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Mente, Cáracter y Personalidad 1
sofía estrecha y una ortodoxia dura y fría, por otra, un liberalismo
descuidado encierra gran peligro. El fundamento de toda reforma
duradera es la ley de Dios. Tenemos que presentar en líneas claras y
bien definidas la necesidad de obedecer a esta ley. Sus principios de-
ben recordarse de continuo a la gente. Son tan eternos e inexorables
como Dios mismo.—
El Ministerio de Curación, 91 (1905)
.
Se necesitan mentes bien equilibradas
—En las epístolas se
habla mucho de estar firmes en la fe. Esto debiera enseñarnos la
necesidad de precaución. No debemos entretejer en nuestra expe-
riencia nuestras propias inclinaciones y rasgos fuertes del carácter.
Esto representará mal los principios preciosos, elevadores y enno-
blecedores de la verdad y desviará a otros. La firmeza y solidez en
la fe significa más de lo que muchos perciben. Significa corregir
todo error que existe en nuestros pensamientos y actos, a fin de no
corromper la Palabra de Dios.
Se necesitan en este tiempo mentes bien equilibradas, cristianos
saludables e íntegros. Muchos de los que profesan a Cristo tienen
una experiencia enfermiza. No pueden soportar nada que sea des-
favorable. Se desaniman si piensan que de alguna manera se los ha
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ofendido o herido, si sus hermanos no han sido tan tiernos con ellos
como piensan que deben serlo. El gran Médico, con su infinita habi-
lidad, los restauraría a una completa salud moral; pero los pacientes
rehúsan tomar el remedio que les ofrece. Estas personas pueden
aplicar la Palabra de Dios a su caso por un corto tiempo, pero no
llegan a ser hacedores de la Palabra. Pronto caen bajo influencias
que apelan a sus gustos naturales y contrarrestan todo lo que habían
ganado.—
The Review and Herald, 28 de julio de 1896
.
Todas las facultades han de ser cultivadas
—Si se usan ciertas
facultades con descuido de las demás, el designio de Dios no se
realiza plenamente en nosotros; porque todas las facultades ejercen
su influencia y dependen en gran medida una de la otra. No se puede
usar eficazmente una de ellas sin la operación de todas, para que el
equilibrio se conserve cuidadosamente. Si toda la atención y fuerza
se concentran en una, mientras las otras permanecen dormidas, el
desarrollo es intenso en ésta, y nos conducirá a los extremos porque
todas las facultades no han sido cultivadas. Algunas mentes están
atrofiadas y les falta el debido equilibrio. No todas las mentes están,
por naturaleza, constituidas de igual manera. Tenemos mentes dife-