Página 55 - Mente, C

Basic HTML Version

Una saludable normalidad
51
rentes; algunas son fuertes en ciertos puntos y muy débiles en otros.
Y estas deficiencias tan evidentes no necesitan ni debieran existir.
Si los que las poseen fortalecieran los puntos débiles de su carácter,
cultivándolos y ejercitándolos, llegarían a ser fuertes.—
Joyas de los
Testimonios 1:290, 291 (1872)
.
Usar todas las facultades mentales
—Todas las facultades men-
tales debieran ser puestas en uso y desarrolladas, a fin de que hom-
bres y mujeres tengan una mente bien equilibrada. El mundo está
lleno de personas unilateralmente desarrolladas debido a que una
parte de sus facultades fue cultivada, en tanto que otras se empeque-
ñecieron por la inacción. La educación de la mayoría de los jóvenes
es un fracaso. Estudian con exceso, al paso que descuidan lo que
[51]
atañe a la vida práctica. Hombres y mujeres llegan a ser padres sin
considerar sus responsabilidades y su prole desciende más abajo
que ellos en la escala de la deficiencia humana. De ese modo la hu-
manidad degenera rápidamente. La aplicación constante al estudio,
según la manera en que actualmente se dirigen las escuelas, está
inhabilitando a la juventud para la vida práctica. La mente humana
debe tener actividad. Si no está activa en la dirección adecuada, lo
estará en la indebida. A fin de conservarla en equilibrio, el trabajo y
el estudio deberían estar unidos en las escuelas.—
EC 31, 32 (1872)
.
Los medios para mejorar están al alcance de todos
—Se ne-
cesitan jóvenes que sean hombres de entendimiento, que aprecien
las facultades intelectuales que Dios les ha dado y las cultiven con
el mayor cuidado. El ejercicio amplía estas facultades, y si no se
descuida el cultivo del corazón, el carácter será bien equilibrado.
Los medios para mejorar están al alcance de todos. Que ninguno
chasquee al Maestro cuando venga a buscar frutos, presentando sólo
hojas. Un propósito resuelto, santificado por la gracia de Cristo,
obrará maravillas.—
Manuscrito 122, 1899
.
Cuerpo, mente y corazón bajo el control de Dios
—El que ver-
daderamente ama y teme a Dios, luchando con entereza de propósito
para hacer su voluntad, pondrá su cuerpo, su mente, su corazón, su
alma, su fuerza al servicio de Dios. Tal fue el caso de Enoc. Caminó
con Dios. Su mente no estaba contaminada por una visión impu-
ra, defectuosa. Los que están decididos a hacer de la voluntad de
Dios la suya, deben servir y agradar a Dios en todo. Entonces el