Página 57 - Mente, C

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Una saludable normalidad
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Las mentes no deben ser atiborradas con cosas inútiles
—La
educación tal como se la ofrece en las escuelas de hoy [1897], es
unilateral, y, por lo tanto, una equivocación. Como fuimos compra-
dos por el Hijo de Dios, somos su propiedad, y todos deberíamos
educarnos en la escuela de Cristo. Debieran elegirse sabios maestros
para nuestras escuelas. Los maestros tienen que tratar con mentes hu-
manas, y son responsables ante Dios de imprimir sobre esas mentes
la necesidad de conocer a Cristo como un Salvador personal. Pero
ninguno puede educar realmente la posesión adquirida por Dios a
menos que él mismo haya aprendido en la escuela de Cristo cómo
enseñar.
Debo decirles por la luz que Dios me dio, que sé que los estudian-
tes han gastado mucho tiempo y dinero en adquirir un conocimiento
que para ellos es como paja; por cuanto no los capacita para ayudar
a sus semejantes a formar caracteres que los prepararán para unir-
se con los santos y los ángeles en la escuela superior. En lugar de
atiborrar las mentes juveniles con una masa de cosas de mal gusto
y que en muchos casos nunca les será de utilidad, debiera dárseles
una educación práctica. Se gasta tiempo y dinero para adquirir un
conocimiento inútil. La mente debiera ser cuidadosa y sabiamente
enseñada a detenerse en la verdad bíblica. El principal objetivo de la
educación debiera ser obtener el conocimiento de cómo podemos
glorificar a Dios, de quien somos por creación y por redención. El
resultado de la educación debería ser capacitarnos para comprender
la voz de Dios...
Como ramas de la Vid verdadera, la Palabra de Dios presenta
unidad en la diversidad. En ella hay una unidad perfecta, sobrehuma-
na y misteriosa. Contiene la sabiduría divina, y ese es el fundamento
de toda verdadera educación; pero este Libro ha sido tratado con
indiferencia.
Ahora, como nunca antes, necesitamos comprender la verdadera
ciencia de la educación. Si dejamos de entender esto, nunca tendre-
mos un lugar en el reino de Dios. “Esta es la vida eterna: que te
conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has
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enviado”.
Juan 17:3
. Si este es el precio del cielo, ¿no conduciremos
nuestra educación según este plan?—
Christian Educator,
Agosto de
1897.