Página 130 - Mensajes Selectos Tomo 1 (1966)

Basic HTML Version

126
Mensajes Selectos Tomo 1
No hay nada que Satanás tema tanto como que el pueblo de
Dios despeje el camino quitando todo impedimento, de modo que el
Señor pueda derramar su Espíritu sobre una iglesia decaída y una
congregación impenitente. Si se hiciera la voluntad de Satanás, no
habría ningún otro reavivamiento, grande o pequeño, hasta el fin del
tiempo. Pero no ignoramos sus maquinaciones. Es posible resistir
su poder. Cuando el camino esté preparado para el Espíritu de Dios,
vendrá la bendición. Así como Satanás no puede cerrar las ventanas
del cielo para que la lluvia venga sobre la tierra, así tampoco puede
impedir que descienda un derramamiento de bendiciones sobre el
[145]
pueblo de Dios. Los impíos y los demonios no pueden estorbar la
obra de Dios, o excluir su presencia de las asambleas de su pueblo, si
sus miembros, con corazón sumiso y contrito, confiesan sus pecados,
se apartan de ellos y con fe demandan las promesas divinas. Cada
tentación, cada influencia opositora, ya sea manifiesta o secreta,
puede ser resistida con éxito “no con ejército, ni con fuerza, sino
con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos”.
Zacarías 4:6
.
Estamos en el día de la expiación
Estamos en el gran día de la expiación, cuando mediante la con-
fesión y el arrepentimiento nuestros pecados han de ir de antemano
al juicio. Dios no acepta ahora de sus ministros un testimonio suave
y falto de temple. Un testimonio tal no sería verdad presente. El
mensaje para este tiempo debe ser alimento oportuno para nutrir a
la iglesia de Dios. Pero Satanás ha estado procurando gradualmen-
te despojar a este mensaje de su poder, para que la gente no esté
preparada para resistir en el día del Señor.
En 1844, nuestro gran Sumo Sacerdote entró en el lugar santísi-
mo del santuario celestial para comenzar la obra del juicio investiga-
dor. Han estado siendo examinados delante de Dios los casos de los
muertos justos. Cuando se complete esa obra, se pronunciará juicio
sobre los vivientes. ¡Cuán preciosos, cuán importantes son estos
solemnes momentos! Cada uno de nosotros tiene un caso pendiente
en el tribunal celestial. Individualmente hemos de ser juzgados de
acuerdo con lo que hicimos en el cuerpo. En el servicio simbólico,
cuando la obra de expiación era realizada por el sumo sacerdote
en el lugar santísimo del santuario terrenal, se demandaba que el