Página 140 - Mensajes Selectos Tomo 1 (1966)

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Mensajes Selectos Tomo 1
Esta promesa de Cristo ha sido tomada con mucha liviandad, y
debido a una escasez del Espíritu de Dios, no se han comprendido la
espiritualidad de la ley ni su eterna obligación. Los que han profesa-
do amar a Cristo no han comprendido la relación que existe entre
ellos y Dios, y todavía apenas si la comprenden oscuramente. Tan
sólo vagamente comprenden la maravillosa gracia de Dios al dar a
su unigénito Hijo para la salvación del mundo. No comprenden cuán
abarcantes son los requerimientos de la santa ley, cuán íntimamente
se han de aplicar en la vida práctica los preceptos de la ley. No
comprenden cuán grandes privilegios y necesidades son la oración,
el arrepentimiento y el cumplir las órdenes de Cristo. La misión del
Espíritu Santo es revelar a la mente el carácter de la consagración
que acepta Dios. Mediante el Espíritu Santo, el alma es iluminada y
el carácter se renueva, santifica y exalta.
Mediante la actuación profunda del Espíritu de Dios, se me ha
presentado el carácter de la obra de la visitación del Espíritu de Dios.
Se me ha presentado el peligro en que serían colocadas las almas
que hubieran sido así visitadas, porque después tendrían que hacer
frente a más decididos ataques del enemigo que las asediaría con
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sus tentaciones para dejar sin efecto la obra del Espíritu de Dios y
hacer que esas trascendentales verdades, presentadas y atestiguadas
por el Espíritu Santo, no purifiquen ni santifiquen a los que hubieran
recibido la luz del cielo, y así la causa de Cristo no sería glorificada
en ellos.
El período de una gran luz espiritual, si esa luz no es sagrada-
mente apreciada ni se actúa conforme a ella, se convertirá en un
período de oscuridad espiritual equivalente. Si los hombres no apre-
cian la sagrada impresión hecha por el Espíritu de Dios y se sitúan
en terreno santo, esa impresión se esfumará de su mente. Los que
deseen avanzar en conocimiento espiritual, deben estar cerca de la
misma fuente de Dios, y deben beber, vez tras vez, de los manantia-
les de salvación tan benignamente abiertos ante ellos. Nunca deben
abandonar la fuente de refrigerio, sino que con corazón henchido
de gratitud y amor, ante el despliegue de la bondad y compasión de
Dios, deben participar continuamente del agua viviente.
Oh, cuánto significa esto para cada alma: “Yo soy la luz del
mundo”; “yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá
hambre [pues no hay nada que sea más satisfactorio]; y el que en mí