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Mensajes Selectos Tomo 1
decía: “¿Dónde están los atalayas que deberían estar de pie sobre las
murallas de Sion? ¿Están durmiendo? Este fundamento fue cons-
truído por el Obrero Maestro y soportará la tormenta y la tempestad.
¿Permitirán que este hombre presente doctrinas que nieguen la ex-
periencia pasada del pueblo de Dios? Ha llegado el tiempo de actuar
decididamente”.
El enemigo de las almas ha procurado introducir la suposición
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de que había de realizarse una gran reforma entre los adventistas del
séptimo día, y que esa reforma consistiría en renunciar a las doctrinas
que están en pie como las columnas de nuestra fe y que había de
comenzar un proceso de reorganización. Si se efectuara esta reforma,
¿qué resultaría? Los principios de verdad que Dios en su sabiduría
ha dado a la iglesia remanente serían descartados. Sería cambiada
nuestra religión. Los principios fundamentales que han sostenido la
obra durante los últimos cincuenta años serían considerados como
error. Se establecería una nueva organización. Se escribirían libros
de una nueva orientación. Se introduciría un sistema de filosofía
intelectual. Los fundadores de ese sistema irían a las ciudades y
harían una obra maravillosa. Por supuesto, se tendría poco en cuenta
el sábado y también al Dios que lo creó. No se permitiría que nada
se interpusiera en el camino del nuevo movimiento. Los dirigentes
enseñarían que la virtud es mejor que el vicio, pero habiendo puesto
de lado a Dios, resolverían depender del poder humano, que no tiene
valor sin Dios. Su fundamento estaría edificado sobre la arena, y la
tormenta y la tempestad barrerían la estructura.
¿Quién tiene autoridad para comenzar un movimiento tal? Tene-
mos nuestras Biblias. Tenemos nuestra experiencia, testificada por
la operación milagrosa del Espíritu Santo. Tenemos una verdad que
no admite transigencias. ¿No repudiaremos todo lo que no esté en
armonía con esa verdad?
Vacilé y me demoré en enviar lo que el Espíritu de Dios me
impelía a escribir. No quería ser compelida a presentar la influencia
desorientadora de esas falsedades. Pero en la providencia de Dios
los errores que han estado entrando
debían ser afrontados
.
¡Un iceberg! “hazle frente”
Poco después de que envié los testimonios acerca de los esfuer-
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