Página 278 - Mensajes Selectos Tomo 1 (1966)

Basic HTML Version

274
Mensajes Selectos Tomo 1
alimento y en verdadero sufrimiento. Lo que lo rodeaba era me-
lancólico y repulsivo en extremo. Satanás le sugirió a Cristo que
Dios no habría dejado a su Hijo en esa condición de necesidad y
sufrimiento real. Esperaba sacudir la confianza de Cristo en su Padre,
que le había permitido llegar a esa condición de extremo sufrimiento
en el desierto, donde nunca habían pisado los pies de los hombres.
Satanás esperaba inspirarle dudas en cuanto al amor de su Padre,
dudas que encontraran abrigo en la mente de Cristo. Esperaba que,
bajo la fuerza del desaliento y el hambre extrema, Cristo ejerciera su
poder milagroso para su propio bien y se apartara de las manos de su
Padre celestial. Ciertamente, ésta fue una tentación para Cristo. Pero
él no la albergó ni por un momento. Ni por un solo momento dudó
del amor de su Padre celestial, aunque parecía estar oprimido por
angustia inexpresable. Las tentaciones de Satanás, aunque fueron
hábilmente ideadas, no conmovieron la integridad del amado Hijo de
Dios. No podía ser sacudida su permanente confianza en su Padre.
Cristo no parlamentó con la tentación
Jesús no condescendió en explicarle a su enemigo en qué forma
era el Hijo de Dios, y en qué manera podía actuar como tal. En una
manera provocativa e insultante, Satanás se refirió a la debilidad
del momento y a la desfavorable apariencia de Cristo, en contraste
con su propio vigor y gloria. Se mofó de que Cristo era un po-
bre representante de los ángeles y con menos razón de su excelso
Comandante, reconocido como Rey de las cortes regias. Su actual
apariencia indicaba que había sido abandonado de Dios y del hom-
bre. Dijo que si Cristo era ciertamente el Hijo de Dios, el monarca
del cielo, tendría poder igual a Dios y podría dar evidencia de ello
realizando un milagro y convirtiendo en pan la piedra que estaba
justamente a sus pies, para aliviar su hambre. Si Cristo hacía esto,
Satanás le prometió que inmediatamente renunciaría a sus preten-
[324]
siones de superioridad y que terminaría para siempre la contienda
entre él y Cristo.
Cristo no pareció notar las denigrantes mofas de Satanás. No
fue movido a dar pruebas de su poder. Humildemente soportó los
insultos sin desquitarse. Las palabras pronunciadas desde el cielo en
su bautismo eran muy preciosas, le eran la evidencia de que su Padre