Página 279 - Mensajes Selectos Tomo 1 (1966)

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La primera tentación de Cristo
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aprobaba los pasos que estaba dando en el plan de salvación como
sustituto y garantía del hombre. Los cielos abiertos y el descenso de
la paloma celestial eran garantías de que su Padre uniría su poder
en el cielo con el de su Hijo en la tierra para rescatar al hombre del
dominio de Satanás, y de que Dios aceptaba el esfuerzo de Cristo
para unir la tierra con el cielo, y al hombre finito con el Infinito.
Esas señales, recibidas de su Padre, fueron indeciblemente pre-
ciosas para el Hijo de Dios en medio de todos sus tremendos sufri-
mientos y terrible conflicto con el jefe rebelde. Y mientras soportaba
la prueba de Dios en el desierto, y a través de todo su ministerio,
no trató de hacer nada para convencer a Satanás de su propio poder
[de Cristo] y de que él era el Salvador del mundo. Satanás tuvo sufi-
ciente evidencia del puesto excelso de Cristo. Su renuencia en dar a
Jesús el honor debido, y manifestarle sumisión como subordinado,
hicieron madurar su rebelión contra Dios y lo excluyeron del cielo.
No era parte de la misión de Cristo ejercer su poder divino para
su propio beneficio, para aliviarse de sufrimientos. Voluntariamente
había tomado esto sobre sí. Había condescendido en tomar la natura-
leza humana y había de sufrir los inconvenientes, males y aflicciones
de la familia humana. No había de realizar milagros para su propio
bien. Vino para salvar a otros. El objeto de su misión era traer bendi-
ciones, esperanza y vida a los afligidos y oprimidos. Había de llevar
las cargas y pesares de la humanidad doliente.
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Aunque Cristo estaba sufriendo los más agudos tormentos del
hambre, resistió a la tentación. Rechazó a Satanás con el mismo
pasaje que había dado a Moisés en el desierto para que lo repitiera
al rebelde Israel cuando su alimentación fue restringida y clamaba
pidiendo carne como alimento. “No sólo de pan vivirá el hombre,
sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”.
Mateo 4:4
. En
esta declaración, y también mediante su ejemplo, Cristo mostraría
al hombre que el hambre de alimento temporal no era la mayor
calamidad que le podía sobrevenir. Satanás engañó a nuestros pri-
meros padres con la lisonja de que el comer del fruto del árbol de la
vid
que Dios les había prohibido, les proporcionaría gran bien y
los aseguraría contra la muerte, lo que era precisamente lo opuesto
El árbol al cual se hace referencia aquí es obviamente el árbol del conocimiento y
no el árbol de la vida. La expresión “de la vida” es evidentemente un error de imprenta.
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The Signs of the Times, 9