Página 287 - Mensajes Selectos Tomo 1 (1966)

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Capítulo 41—La tercera tentación de Crist
La Tentación de Cristo
Nuestro Salvador mostró perfecta confianza en que su Padre
celestial no permitiría que fuera tentado por encima de la fuerza que
le daría para soportar, y que lo haría salir vencedor si soportaba pa-
cientemente la prueba a la que era sometido. Por su propia voluntad,
Cristo no se había colocado en peligro. Dios había permitido que
Satanás tuviera poder sobre su Hijo por el momento. Jesús sabía que
si preservaba su integridad en esa situación extrema, sería enviado un
ángel de Dios para aliviarlo si no había otro camino. Había tomado
la naturaleza humana, y era el representante de la raza de Adán.
Satanás vio que no había prevalecido en nada sobre Cristo en
su segunda gran tentación. “Y le llevó el diablo a un alto monte, y
le mostró en un momento todos los reinos de la tierra. Y le dijo el
diablo: A ti te daré toda esta potestad, y la gloria de ellos; porque a
mí me ha sido entregada, y a quien quiero la doy. Si tú postrado me
adorares, todos serán tuyos”.
Lucas 4:5-7
.
En las primeras dos grandes tentaciones, Satanás no había re-
velado sus verdaderos propósitos ni su carácter. Pretendía ser un
excelso mensajero de las cortes celestiales, pero ahora se despoja
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de su disfraz. En una visión panorámica presentó delante de Cristo
todos los reinos del mundo en su aspecto más atrayente, al paso que
pretendía ser el príncipe del mundo.
La tentación más seductora
Esta última tentación fue la más seductora de las tres. Satanás
sabía que la vida de Cristo debía ser de dolor, penalidades y conflic-
tos. Y pensó que podría aprovecharse de este hecho para sobornar a
Cristo para que claudicara en su integridad. Satanás actuó con todo
su poder para dominar en esta última tentación, pues este último
Este Artículo Apareció en
The Review And Herald, 1 de septiembre de 1874
.
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