Página 292 - Mensajes Selectos Tomo 1 (1966)

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Capítulo 42—La revelación de Dio
Cristo, Creador y Dados de la Vida
“DIOS, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es
el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del co-
nocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo”.
2 Corintios
4:6
.
Antes de la caída, ni una nube descansaba sobre la mente de
nuestros primeros padres, que oscureciera su clara percepción del
carácter de Dios. Estaban perfectamente conformes con la voluntad
de Dios. Como vestimenta, estaban cubiertos de una bella luz, la luz
de Dios. El Señor visitaba a la santa pareja y la instruía en cuanto
a las obras de sus manos. La naturaleza era su libro de texto. En
el jardín del Edén, la existencia de Dios estaba demostrada en los
objetos de la naturaleza que los rodeaban. Cada árbol del jardín les
hablaba. Se veían claramente las cosas invisibles de Dios, su eterno
poder y divinidad, siendo entendidas por las cosas que eran hechas.
Pero si bien es cierto que Dios podía ser así discernido en la
naturaleza, esto no apoya el aserto de que después de la caída un
perfecto conocimiento de Dios fue revelado en el mundo natural a
Adán y a su posteridad. La naturaleza podía transmitir sus lecciones
al hombre en su inocencia, pero la transgresión marchitó la naturale-
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za y se interpuso entre ella y el Dios de la naturaleza. Si Adán y Eva
nunca hubiesen desobedecido a su Creador, si hubiesen permane-
cido en el sendero de la perfecta rectitud, podrían haber conocido
y entendido a Dios. Pero cuando escucharon la voz del tentador y
pecaron contra Dios, se apartó de ellos la luz de las vestimentas
de inocencia celestial, y al perder las vestimentas de inocencia, se
rodearon con los negros mantos de ignorancia con respecto a Dios.
La clara y perfecta luz que hasta entonces los había rodeado había
alumbrado todo aquello a lo que se acercaban, pero privados de esa
Este Artículo Apareció en
The Review And Herald, 8 de noviembre de 1898
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