La revelación de Dios
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la naturaleza, y ese conocimiento, lejos de dar conceptos elevados
de Dios y de colocar a todo el ser en conformidad con la voluntad
divina, convierte a los hombres en idólatras. Profesando ser sabios,
se hacen necios.
Los que creen que pueden obtener un conocimiento de Dios
aislados de su Representante, a quien la Palabra declara “la imagen
misma de su sustancia” (
Hebreos 1:3
), necesitarán reconocerse como
necios ante sí mismos antes de que puedan ser sabios. Es imposible
obtener un perfecto conocimiento de Dios por la naturaleza sola,
pues la naturaleza en sí es imperfecta. En su imperfección, no puede
representar a Dios, no puede revelar el carácter de Dios en su per-
fección moral. Pero Cristo vino como un Salvador personal para el
mundo. Representó a un Dios personal. Como un Salvador personal,
ascendió a lo alto y vendrá otra vez como ascendió al cielo: como
Salvador personal. Es la expresa imagen de la sustancia del Padre.
“En él habita corporalmente la plenitud de la Deidad”.
Colosenses
2:9
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