El salvador resucitado
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tes. Tambaleándose como ciegos o ebrios, con sus rostros pálidos
como la muerte, contaban a los que veían las maravillosas escenas
de que habían sido testigos. Hubo mensajeros que los precedieron
yendo rápidamente a los principales sacerdotes y gobernantes para
declararles, de la mejor manera que pudieron, los notables incidentes
que habían sucedido.
Los guardias se dirigían en primer lugar a la residencia de Pi-
lato, pero los sacerdotes y magistrados los mandaron llamar a su
presencia. Esos endurecidos soldados presentaban una extraña apa-
riencia al dar testimonio de la resurrección de Cristo y también de la
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multitud que él había resucitado consigo. Contaron a los principales
sacerdotes lo que habían visto en el sepulcro. No tenían tiempo para
pensar en otra cosa ni hablar de otra cosa sino de la verdad. Pero los
magistrados se desagradaron con el informe. Sabían que se había
dado mucha publicidad al juicio de Cristo, por haber sido celebrado
en tiempo de la Pascua. Sabían que los acontecimientos maravillosos
que habían sucedido, las tinieblas sobrenaturales, el gran terremoto,
no podían quedar sin efecto, e inmediatamente hicieron planes para
ver cómo podían engañar a la gente. Los soldados fueron sobornados
para que informaran una falsedad.
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