Página 316 - Mensajes Selectos Tomo 1 (1966)

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Mensajes Selectos Tomo 1
restaurada. Y ellos se llenaron de furor, y hablaban entre sí qué
podrían hacer contra Jesús”.
Lucas 6:9-11
.
Ese milagro, en vez de convencer a los fariseos de que Jesús era
el Hijo de Dios, los llenó de ira, porque muchos que presenciaron
el milagro glorificaron a Dios. Jesús declaró que su obra de miseri-
cordia era lícita en el sábado. Los fariseos declararon que no lo era.
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¿A quién creeremos? Cristo dijo: “He guardado los mandamientos
de mi Padre, y permanezco en su amor”.
Juan 15:10
. Por lo tanto,
ciertamente es seguro que sigamos la senda de Cristo, y guardemos
los mandamientos. Dios nos ha dado facultades que debieran usarse
continuamente cooperando con Jesús, ocupándonos en nuestra sal-
vación con temor y temblor, pues Dios es el que obra en nosotros
tanto el querer como el hacer su buena voluntad.
No debe cesar el progreso
Nunca debemos descansar satisfechos de nuestra condición y ce-
sar de progresar diciendo: “Estoy salvado”. Cuando se fomenta esta
idea, cesan de existir los motivos para velar, para orar, para realizar
fervientes esfuerzos a fin de avanzar hacia logros más elevados. Nin-
guna lengua santificada pronunciará esas palabras hasta que venga
Cristo y entremos por las puertas de la ciudad de Dios. Entonces,
con plena razón, podremos dar gloria a Dios y al Cordero por la li-
beración eterna. Mientras el hombre esté lleno de debilidades—pues
por sí mismo no puede salvar su alma—, nunca debería atreverse a
decir: “Soy salvo”.
No puede jactarse de la victoria el que se reviste de la armadura,
pues tiene todavía que pelear la batalla y ganar la victoria. El que
soporte hasta el fin, es el que será salvo. Dice el Señor: “Si retro-
cediere, no agradará a mi alma”.
Hebreos 10:38
. Si no avanzamos
de victoria en victoria, el alma retrogradará para la perdición. No
debiéramos erigir normas humanas por las cuales medir el carácter.
Hemos visto suficiente de lo que los hombres llaman perfección aquí
abajo. La santa ley de Dios es la única cosa por la cual podemos
determinar si estamos caminando de acuerdo con él, o no. Si somos
desobedientes, nuestros caracteres no están en armonía con la norma
de gobierno moral de Dios, y es una falsedad que digamos: “Estoy
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