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Mensajes Selectos Tomo 1
del pecado; cuando contempla el aborrecimiento de Dios por el mal,
manifestado en la terrible muerte en la cruz, y cuando contempla el
amor de Dios por el hombre caído, es inducido al arrepentimiento
hacia Dios debido a la transgresión de la ley que es santa, justa y
buena. El ejerce fe en Cristo porque el divino Salvador ha llegado a
ser su sustituto, su garantía y abogado, Aquel en quien se centraliza
su misma vida. Dios puede mostrar su misericordia y verdad al
pecador arrepentido y puede conferirle su perdón y su amor.
Pero Satanás no permitirá que un alma se escape de la cautividad
del pecado si puede evitarlo de alguna manera. Aunque todo el cielo
ha sido prodigado en una rica dádiva—pues cuando Dios dio a su
Hijo dio el don más precioso del cielo, y los tesoros del cielo están
a nuestra disposición—, sin embargo, el enemigo tratará de hacer
creer al alma arrepentida que Dios es duro e inexorable, que no está
dispuesto a perdonar al transgresor. En diferentes oportunidades,
me han llegado cartas de personas que estaban desesperadas por
sus pecados. Varias me han escrito: “Temo estar más allá de la
posibilidad de toda ayuda. ¿Hay alguna esperanza para mí?” Para
esas pobres almas ha sido dado el mensaje: “Confiad en Dios. El
Padre tiene pan suficiente y sobrante. Levantaos e id a vuestro Padre.
El saldrá a vuestro encuentro cuando aún estéis lejos. Os dará su
amor y compasión”.
Cuando el enemigo invada como inundación y procure abruma-
ros con el pensamiento de vuestros pecados, decidle: “Sé que soy
pecador. Si no fuera, no podría ir al Salvador, pues él dice: ‘No he
venido a llamar a justos, sino a pecadores’.
Marcos 2:17
. Y porque
soy pecador tengo derecho a ir a Cristo. Soy pecaminoso y estoy
manchado, pero Cristo sufrió la humillación y la muerte y extinguió
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la maldición que me corresponde. Vengo. Creo. Demando la segura
promesa divina: ‘Todo aquel que en él cree, no se’ pierde, mas tiene
‘vida eterna’”.
Juan 3:16
.
¿Será rechazada una súplica tal presentada con alma contrita?
No, nunca. El amor ilimitado de Cristo hacia el hombre está probado
por sus sufrimientos y muerte. El está dispuesto y puede salvar hasta
lo último a todo el que viene a Dios por él.
Entonces, venid a Dios como un niñito, presentándoos como
suplicantes a sus pies, pues no necesitamos ascender al cielo para
hacer descender a Jesús, ni bajar a lo profundo de la tierra para