362
Mensajes Selectos Tomo 1
que el hombre retenga la justificación, debe haber una obediencia
continua mediante una fe activa y viviente que obre por el amor y
purifique el alma.
Santiago escribe de Abrahán y dice: “¿No fue justificado por las
obras Abrahán nuestro padre, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre
el altar? ¿No ves que la fe actuó juntamente con sus obras, y que la
fe se perfeccionó por las obras? Y se cumplió la Escritura que dice:
Abrahán creyó, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de
Dios. Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras,
y no solamente por la fe”.
Santiago 2:21-24
. A fin de que el hombre
sea justificado por la fe, la fe debe alcanzar un punto donde domine
los afectos e impulsos del corazón; y mediante la obediencia, la fe
misma es hecha perfecta.
La fe, condición de la promesa
Sin la gracia de Cristo, el pecador está en una condición des-
valida. No puede hacer nada por sí, pero mediante la gracia divina
se imparte al hombre poder sobrenatural que obra en la mente, el
corazón y el carácter. Mediante la comunicación de la gracia de
Cristo, el pecado es discernido en su aborrecible naturaleza y final-
[430]
mente expulsado del templo del alma. Mediante la gracia, somos
puestos en comunicación con Cristo para ser asociados con él en la
obra de la salvación. La fe es la condición por la cual Dios ha visto
conveniente prometer perdón a los pecadores. No es que haya virtud
alguna en la fe, que haga merecer la salvación, sino porque la fe
puede aferrarse a los méritos de Cristo, quien es el remedio para el
pecado. La fe puede presentar la perfecta obediencia de Cristo en lu-
gar de la transgresión y la apostasía del pecador. Cuando el pecador
cree que Cristo es su Salvador personal, entonces, de acuerdo con la
promesa infalible de Jesús, Dios le perdona su pecado y lo justifica
gratuitamente. El alma arrepentida comprende que su justificación
viene de Cristo que, como su sustituto y garantía, ha muerto por ella,
y es su expiación y justificación.
“Creyó Abrahán a Dios, y le fue contado por justicia. Pero al
que obra, no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda;
mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le
es contada por justicia”.
Romanos 4:3-5
. La justicia es obediencia