Página 409 - Mensajes Selectos Tomo 1 (1966)

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Cómo hacer frente a un punto de doctrina controvertido
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la escuela de los profetas y rabinos. Lo apartó de las asambleas de
los hombres y lo llevó al desierto para que pudiera aprender de la
naturaleza y del Dios de la naturaleza. Dios no quería que él tuviera
el molde de los sacerdotes y magistrados. Fue llamado a hacer una
obra especial. El Señor le dio su mensaje. ¿Fue a los sacerdotes
y magistrados y les preguntó si podía proclamar su mensaje? No.
Dios lo apartó de ellos para que no fuera influido por su espíritu y
enseñanza. Era la voz que clamaba en el desierto: “Preparad camino
a Jehová; enderezad calzada en la soledad a nuestro Dios. Todo valle
sea alzado, y bájese todo monte y collado; y lo torcido se enderece, y
lo áspero se allane. Y se manifestará la gloria de Jehová, y toda carne
juntamente la verá; porque la boca de Jehová ha hablado”.
Isaías
40:3-5
. Este es precisamente el mensaje que debe ser dado a los
nuestros. Estamos cerca del fin del tiempo, y el mensaje es: Preparad
el camino del Rey; quitad las piedras; alzad pendón a los pueblos.
El pueblo debe ser despertado. No es tiempo ahora de pregonar paz
y seguridad. Se nos exhorta: “Clama a voz en cuello, no te detengas;
alza tu voz como trompeta, y anuncia a mi pueblo su rebelión, y a la
casa de Jacob su pecado”.
Isaías 58:1
.
La luz de la gloria de Dios brilló sobre nuestro Representante y
ese hecho nos dice que la gloria de Dios puede brillar sobre nosotros.
Con su brazo humano, Jesús rodeó a la raza humana, y con su brazo
divino se aferró al trono del Infinito, relacionando al hombre con
Dios y a la tierra con el cielo.
Debe caer sobre nosotros la luz de la gloria de Dios. Necesita-
mos la santa unción de lo alto. No importa cuán inteligente o cuán
instruido sea un hombre, no está calificado para enseñar a menos
que se aferre firmemente del Dios de Israel. El que esté relacionado
con el cielo hará las obras de Cristo. Por fe en Dios, tendrá poder
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para conmover a la humanidad. Irá en busca de las ovejas perdidas
de la casa de Israel. Si el poder divino no se combinara con el es-
fuerzo humano, yo no daría un ápice por todo lo que podría hacer el
más grande de los hombres. Falta el Espíritu Santo en nuestra obra.
Nada me alarma más que ver el espíritu de desavenencia manifes-
tado por nuestros hermanos. Estamos en terreno peligroso cuando
no podemos unirnos como cristianos y examinar cortésmente los
puntos controvertidos. Siento el deseo de huir del lugar, no sea que