Capítulo 4—La redacción y distribución de los
Testimonios para la iglesi
Un repaso de la obra
Sanatorio, California,
8 de julio de 1906
Querido Hermano,
Hay algunos que piensan que pueden medir el carácter y estimar
la importancia de la obra que el Señor me ha dado. Su propia menta-
lidad y juicio son la norma por la cual quieren pesar los testimonios.
Mi Instructor me dijo: Di a esos hombres que Dios no les ha con-
fiado la obra de medir, clasificar y definir el carácter de los testimo-
nios. Los que intentan esto seguramente errarán en sus conclusiones.
El Señor quiere que los hombres se apliquen a su obra señalada. Si
observan el camino del Señor, podrán discernir claramente que la
obra que Dios me ha señalado para hacer no es de invención humana.
Los que cuidadosamente leen los testimonios así como aparecie-
ron desde los primeros días, no necesitan estar perplejos en cuanto a
su origen. Los muchos libros escritos con la ayuda del Espíritu de
Dios dan un claro testimonio en cuanto al carácter de los testimonios.
En los primeros días de nuestra experiencia en el mensaje, el
Espíritu de Dios venía con frecuencia sobre unos pocos de nosotros
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cuando estábamos reunidos y yo era arrebatada en visión. El Señor
nos daba tal luz y evidencia, tal consuelo y esperanza y gozo, que
las alabanzas suyas estaban en nuestros labios.
Auxiliada por ayudantes literarios
Mientras vivió mi esposo, actuó como ayudante y consejero en
el envío de los mensajes que me eran dados. Viajábamos mucho. A
veces se me daba luz durante la noche, a veces durante el día delante
de grandes congregaciones. La instrucción que recibía en visión era
fielmente redactada por mí cuando tenía tiempo y vigor para esa
El Material Que Abarca Este Capítulo Apareció En Un Folleto, En 1913.
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