Página 75 - Mensajes Selectos Tomo 1 (1966)

Basic HTML Version

Una explicación de las primeras declaraciones
71
consagración y las contiendas entre el profeso pueblo de Dios nos
han mantenido en este mundo de pecado y tristeza tantos años.
Hay otros dos pasajes que se dice que se encuentran en mi primer
libro pero que no aparecen en mis escritos posteriores. Sólo diré
acerca de ellos que cuando pueda obtener un libro donde estén, de
modo que pueda estar segura de la exactitud de las citas y pueda
verlas por mí misma en su contexto, estaré preparada para hablar
con conocimiento acerca de ellos.
Burladores de los últimos días
Desde el comienzo de mi obra, he sido perseguida por el odio, el
reproche y la falsedad. Viles imputaciones y calumniosos informes
han sido ávidamente reunidos y hechos circular ampliamente por
los rebeldes, los formalistas y los fanáticos. Hay ministros de las
así llamadas iglesias ortodoxas que viajan de un lugar a otro para
hacer guerra contra los adventistas del séptimo día y tienen a la
[79]
Sra. de White como a su caballo de batalla. Los burladores de los
últimos días son conducidos por estos ministros que profesan ser los
centinelas de Dios.
Se unen en su obra de atacar a la Sra. de White el mundo incré-
dulo, los ministros de las iglesias caídas y los adventistas del primer
día. Esta lucha ha seguido durante casi cuarenta años, pero no me
he sentido en libertad de dedicar atención a sus ruines palabras, re-
proches e insinuaciones. Y no me apartaría ahora de esta costumbre,
si no fuera porque algunas almas honradas pueden ser descarriadas
por los enemigos de la verdad que tan jactanciosamente me declaran
engañadora. Presento estas declaraciones con la esperanza de ayudar
a los sinceros.
No espero influir en los que, habiendo visto la luz de la verdad,
rehúsan prestarle atención, los que se han entregado al prejuicio y
han parapetado su alma en la incredulidad.
Jesús, la Majestad del cielo, que era igual a Dios, estuvo en el
mundo 33 años, y sin embargo sólo hubo pocos que reconocieron
su carácter divino. Y yo, que soy una criatura humana tan débil, tan
indigna y tan frágil, ¿puedo esperar mayor éxito que el que recibió
el Salvador del mundo?