Página 76 - Mensajes Selectos Tomo 1 (1966)

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Mensajes Selectos Tomo 1
Cuando por primera vez me entregué a esta obra, para ir adonde
el Señor me ordenara, para hablar los mensajes que me diera para
la gente, yo sabía que encontraría oposición, reproche, persecución.
No me he chasqueado. Si hubiese dependido del aplauso humano,
hace mucho que me hubiera desanimado. Pero acudí a Jesús y vi
que él, que fue intachable, fue atacado por lenguas calumniosas. Los
que pretendían ser muy piadosos, siguieron como espías la conducta
del Salvador, e hicieron todo lo que pudieron para obstruir su sende-
ro. Pero aunque él era todopoderoso, no castigó a sus adversarios
como merecían sus pecados. Podría haber lanzado contra ellos los
proyectiles de su venganza, pero no lo hizo. Les aplicó severísimos
reproches por su hipocresía y corrupción, y cuando sus mensajes
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fueron rechazados y su vida fue amenazada, serenamente fue a otro
lugar para hablar las palabras de vida. En mi debilidad, he tratado
de seguir el ejemplo de mi Salvador.
Enemistad contra los defensores de la verdad
¡Cuán ávidamente procuraban los fariseos demostrar que Cristo
era un engañador! ¡Cómo observaban cada palabra suya procurando
torcer y tergiversar todos sus dichos! El orgullo, el prejuicio y la
pasión cerraron todos los accesos de su alma contra el testimonio del
Hijo de Dios. Cuando claramente reprochó su iniquidad y declaró
que sus obras probaban que eran hijos de Satanás, con ira le arrojaron
en respuesta la acusación que decía: “¿No decimos bien nosotros,
que tú eres samaritano, y que tienes demonio?”
Todos los argumentos con que se acosó a Cristo fueron falsos.
Así fue en el caso de Esteban y de Pablo. Pero las declaraciones más
débiles y más irrazonables presentadas del lado del error tuvieron su
influencia porque había muchos cuyo corazón no estaba santificado,
que deseaban que esas declaraciones fueran verdaderas. Los tales
siempre están ansiosos de aferrarse de cualquier supuesto error o
equivocación de los que les presentan la verdad desagradable.
No debiera sorprendernos cuando las malas conjeturas son ávida-
mente empuñadas como hechos indudables por aquellos que sienten
inclinación hacia la falsedad. Los opositores de Cristo fueron vez
tras vez confundidos y silenciados por la sabiduría de las palabras
de él. Sin embargo, todavía escuchaban ansiosamente cada rumor y