Capítulo 6—El amoroso cuidado de Jesú
Al escribir, tengo un profundo sentimiento de gratitud por el
amoroso cuidado de nuestro Salvador hacia todos nosotros. Cuando
leo la Palabra de Dios y me arrodillo para orar, estoy tan impre-
sionada por la bondad y misericordia de Dios que no puedo elevar
mi petición sin llorar. Mi corazón se humilla y quebranta cuando
pienso en la bondad y amor de mi Padre celestial. Tengo hambre y
sed por tener más y siempre más de Jesús en
esta
vida. Cristo fue
crucificado por mí, ¿y me quejaré si soy crucificada con Cristo?...
No sabemos qué está delante de nosotros, y nuestra única segu-
ridad reside en caminar con Cristo, nuestra mano entre las suyas,
nuestro corazón lleno de perfecta confianza. ¿Acaso no ha dicho él:
“¿O forzará alguien mi fortaleza? [En inglés dice: ‘Aférrese de mi
fortaleza’] Haga conmigo paz; sí, haga paz conmigo”? Mantengámo-
nos cerca del Salvador. Caminemos humildemente con él henchidos
de su mansedumbre. Ocúltese nuestro yo con Cristo en Dios...
El adorno externo
Los que acarician y lisonjean el yo, fomentando el orgullo y la
vanidad, dando al vestido y la apariencia el tiempo y la atención que
debieran darse a la obra del Maestro, están sufriendo una pérdida
terrible. Muchos que están vestidos con bellas prendas externas
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no saben nada del adorno interior que es de gran precio a la vista
de Dios. Su fina vestimenta cubre un corazón que es pecaminoso
y enfermo, lleno de vanidad y orgullo. No saben lo que significa
buscar “las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de
Dios”.
Colosenses 3:1
.
Anhelo ser henchida, día tras día, con el Espíritu de Cristo. El
tesoro de su gracia es de más valor para mí que el oro, la plata o
Parte De Una Carta Escrita El 18 De Febrero De 1904, Publicada en
Notebook
Leaflets,
Experiencia Cristiana, No. 1.
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