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              Testimonios para la Iglesia, Tomo 1
            
            
              titulado
            
            
              Signs of the Times
            
            
              (Señales de los tiempos). Todavía estaba
            
            
              débil y podía dormir muy poco, pero el Señor le sirvió de apoyo.
            
            
              Cuando sentía confusión y angustia mental, se volvía a Dios y cla-
            
            
              maba buscando alivio. Dios escuchaba nuestras fervientes oraciones
            
            
              y con frecuencia bendecía a mi esposo, y él, con el espíritu renovado,
            
            
              continuaba con su trabajo. Muchas veces durante el día buscábamos
            
            
              a Dios en ferviente oración. Ese libro no fue escrito con las fuerzas
            
            
              de mi esposo.
            
            
              Durante el invierno y la primavera sufrí mucho del corazón. Me
            
            
              resultaba difícil respirar estando acostada. Se me interrumpía la
            
            
              respiración, y también me desmayaba frecuentemente. Tenía una
            
            
              hinchazón en el párpado izquierdo, que parecía ser cáncer. Había
            
            
              ido aumentando gradualmente durante más de un año, hasta hacerse
            
            
              muy dolorosa, y afectaba mi vista. Cuando leía o escribía, me veía
            
            
              obligada a vendar el ojo afligido. Temía que fuera destruido por un
            
            
              cáncer. Recordaba los días y las noches pasados leyendo pruebas de
            
            
              imprenta, y ese esfuerzo intenso había fatigado mis ojos. Pensé: “Si
            
            
              pierdo mi ojo y mi vida, será como sacrificio por la causa de Dios”.
            
            
              Por ese tiempo un médico que atendía gratuitamente a los pacien-
            
            
              tes visitó Róchester, y decidí que él examinara mi ojo. El pensaba
            
            
              que la hinchazón era realmente un cáncer. Pero después de tomarme
            
            
              el pulso, dijo: “Usted está muy enferma y morirá de apoplejía antes
            
            
              que esa hinchazón se abra. Usted se encuentra en un peligroso estado
            
            
              de salud, y tiene el corazón enfermo”. Esto no me asombró, porque
            
            
              me había dado cuenta que sin pronta ayuda médica descendería a
            
            
              la tumba. Otras dos mujeres que acudieron a la consulta médica
            
            
              también sufrían la misma enfermedad. El médico dijo que yo me
            
            
              encontraba en un estado más peligroso que cualquiera de las dos,
            
            
              y que al cabo de tres semanas me vería afligida de parálisis. Le
            
            
              pregunté si él creía que sus medicamentos me curarían. No me dio
            
            
              mucho ánimo. Probé los remedios que prescribía, pero no recibí
            
            
              ningún beneficio.
            
            
              [92]
            
            
              Al cabo de unas tres semanas me desmayé y caí postrada, y
            
            
              permanecí casi inconsciente durante 36 horas. Se temía que no vi-
            
            
              viera, pero en respuesta a la oración nuevamente reviví. Una semana
            
            
              después recibí un golpe en el lado izquierdo. Tenía una extraña
            
            
              sensación de frío e insensibilidad en la cabeza, y fuerte dolor en
            
            
              las sienes. Sentía la lengua pesada e insensible, y no podía hablar