Página 111 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

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Publicando y viajando
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del vagón que le precedía, como si un ángel los hubiera separado.
Cuatro personas habían muerto o se encontraban heridas de muerte
y muchas estaban lesionadas de gravedad. Comprendimos que Dios
había enviado un ángel para que cuidara nuestras vidas.
Regresamos a Jackson, y al día siguiente tomamos el tren hacia
Wisconsin. Dios bendijo nuestra visita a ese Estado. Muchas almas
se convirtieron como resultado de nuestros esfuerzos. El Señor me
fortaleció para soportar el tedioso viaje.
El 29 de agosto de 1854 se añadió otra responsabilidad a nuestra
familia con el nacimiento de Willy. Alrededor de ese tiempo reci-
bimos el primer ejemplar de una revista falsamente llamada
The
Messenger of Truth
(El mensajero de la verdad). Los que nos calum-
niaban en esa revista habían sido reprochados por causa de sus faltas
y errores. No quisieron aceptar el reproche, y en forma secreta al
comienzo y luego más abiertamente, emplearon su influencia contra
nosotros. Hubiéramos podido soportar eso, pero además, algunas
personas que debieran habernos apoyado fueron influenciadas por
esos malvados. Algunos en quienes habíamos confiado, y que sabían
que nuestros esfuerzos habían sido marcadamente bendecidos por
Dios, nos retiraron su simpatía y la concedieron a personas que eran
prácticamente desconocidas.
El Señor me mostró la verdadera condición de ese grupo y lo
que finalmente ocurriría con él; que consideraba con desagrado a
las personas conectadas con esa revista y que su mano estaba contra
ellas. Y aunque prosperaran durante un tiempo, y algunas personas
honradas fueran engañadas, sin embargo la verdad triunfaría final-
mente, y todas las almas sinceras se apartarían del engaño en que
habían caído, y se libertarían de la influencia de esa gente perversa.
Como la mano de Dios estaba contra ellos, finalmente fracasarían.
Nuevamente se deterioró la salud de mi esposo. Tenía tos y
le dolían los pulmones, y su sistema nervioso estaba en estado de
postración. La ansiedad que experimentaba, las cargas que había
soportado en Róchester, su trabajo en la oficina, la enfermedad y
las muertes que habían ocurrido en la familia, la falta de simpa-
tía de los que habían compartido sus labores, juntamente con sus
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viajes y sus predicaciones, habían sido demasiado para su salud y
al parecer la tuberculosis lo conducía rápidamente hacia la tumba.
Fue ése un tiempo de abatimiento y tristeza. Unos pocos rayos de