Página 112 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

Basic HTML Version

108
Testimonios para la Iglesia, Tomo 1
luz penetraban ocasionalmente a través de la espesa capa de nubes,
dándonos un poco de esperanza, sin lo cual la desesperación nos
hubiera hundido. En algunos momentos nos parecía como si Dios
nos hubiera abandonado.
Un grupo que publicaba la revista
Messenger
inventó toda clase
de falsedades contra nosotros. Con frecuencia recordaba vividamen-
te las siguientes palabras del salmista: “No te impacientes a causa
de los malignos, ni tengas envidia de los que hacen iniquidad. Por-
que como hierba serán pronto cortados, y como la hierba verde se
secarán”
Salmos 37:1-2
. Algunos que escribían en ese folleto hasta
hablaron con expresiones de triunfo de la debilidad de mi esposo,
diciendo que Dios se ocuparía de él, y lo quitaría del camino. Cuan-
do mi esposo leyó esto mientras se encontraba enfermo, revivió su
fe, y exclamó: “No moriré, sino que viviré, y anunciaré las obras del
Señor, y tal vez hasta predique en el funeral de ellos”.
Las nubes más espesas parecían cerrarse a nuestro alrededor.
Gente malvada que profesaba piedad, bajo el mando de Satanás,
se apresuró a inventar falsedades y a disponer sus fuerzas contra
nosotros. Si la causa de Dios hubiera estado únicamente en nuestras
manos, habríamos temblado; pero estaba en manos de Aquel que po-
día decir: “Nadie será capaz de arrancarla de mis manos”. Sabíamos
que Jesús vivía y reinaba. Podíamos decir ante el Señor: La causa
es tuya, y tú sabes que no ha sido nuestra propia elección, sino por
orden tuya, que hemos aceptado la parte que tenemos en ella.
* * * * *