Página 115 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

Basic HTML Version

Traslado a Míchigan
111
“Puede ser que nuestros enemigos triunfen. Pueden pronunciar
palabras duras, y su lengua puede crear calumnias, engaños y fal-
sedades, sin embargo eso no nos moverá. Sabemos en quién hemos
creído. No hemos corrido en vano, ni trabajado en vano. Viene el día
de la rendición de cuentas, cuando todos serán juzgados de acuerdo
con sus obras. Es verdad que el mundo se encuentra en tinieblas.
La oposición puede tornarse muy fuerte. Los que se burlan y los
que desprecian pueden tornarse más atrevidos en su iniquidad. Sin
embargo, todo esto no nos moverá, porque nos apoyaremos en el
brazo del Todopoderoso, quien nos da su fortaleza.
“Dios está zarandeando a su pueblo. Dejará una iglesia limpia
y santa. No podemos leer el corazón del hombre; pero el Señor ha
provisto los medios necesarios para mantener su iglesia pura. Ha sur-
gido un grupo de gente corrompida que no puede vivir con el pueblo
de Dios. Desprecian las amonestaciones, y no desean ser corregidos.
[98]
Han tenido tiempo de arrepentirse de sus pecados; pero han aprecia-
do demasiado el yo para hacerlo morir. Lo han alimentado, con lo
que se ha fortalecido, y ellos se han separado del confiado pueblo de
Dios, que él está purificando para sí mismo. Todos tenemos razón
para agradecer a Dios porque se ha abierto un medio para salvar a la
iglesia; porque la ira de Dios pudo haber descendido sobre nosotros
si estos corrompidos simuladores hubieran permanecido en nuestro
medio.
“Toda alma sincera que pueda ser engañada por estas personas
desleales, conseguirá verlos en su verdadera luz, aunque cada ángel
del cielo tenga que visitarlas para iluminar sus mentes. No tenemos
nada que temer en este asunto. A medida que nos aproximamos
al juicio, todos manifestarán su verdadero carácter y se verá clara-
mente a qué grupo pertenecen. La zaranda se está moviendo. No
digamos: Detén tu mano, oh Dios. La iglesia debe ser purificada,
y eso sucederá. Dios reina; alábelo la gente. No tengo ni el más
remoto pensamiento de dejarme abatir. Tengo el propósito de estar
en lo correcto y de actuar correctamente. Se establecerá el juicio, se
abrirán los libros y seremos juzgados de acuerdo con nuestras obras.
Todas las falsedades que puedan inventarse contra mí no harán que
yo sea peor, ni tampoco que sea mejor, a menos que me induzcan a
acercarme más a mi Redentor”.