Página 153 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

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Conformidad con el mundo
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sufrirán las siete últimas plagas, algunos quedarán vivos y permane-
cerán en la tierra hasta ser trasladados en la venida de Jesús”.
Palabras solemnes fueron éstas, pronunciadas por un ángel. Le
pregunté al ángel por qué había tan pocos que se interesaban en su
bienestar eterno, tan pocos que se preparaban para la última trans-
formación. El dijo: “El mundo los atrae y sus tesoros les parecen
valiosos”. Encuentran suficiente para mantener ocupada la mente y
no tienen tiempo de prepararse para el cielo. Satanás está siempre
listo para hundirlos cada vez más profundamente en dificultades; tan
pronto como desaparece de su mente una preocupación o dificultad,
genera en ellos el deseo impío de participar más en las cosas del
mundo; y en esa forma transcurre el tiempo, y cuando ya es dema-
siado tarde comprenden que no han ganado nada sustancial. Se han
afirmado de sombras y han perdido la vida eterna. Tales personas no
tendrán excusa alguna.
Muchos se visten como la gente del mundo porque desean ejercer
alguna influencia. Pero con esto cometen un error triste y fatal. Si
desean ejercer una influencia genuina y salvadora, debieran vivir de
acuerdo con su profesión, mostrar su fe mediante sus obras rectas
y establecer una clara distinción entre el cristiano y el mundo. Vi
que las palabras, el vestido y las acciones debieran hablar de Dios.
Entonces se ejercería una influencia sagrada sobre todos, y todos
notarían que ellos han estado con Jesús. Los incrédulos verán que la
verdad que profesamos tiene una influencia santa y que la fe en la
venida de Cristo afecta el carácter del hombre o la mujer. Si alguien
desea ejercer influencia en favor de la verdad, que vivan la verdad
en sus vidas y así imiten al humilde Modelo.
Vi que Dios detesta el orgullo, y que todos los orgullosos y los
que obran impíamente serán como paja, y arderán en el día que
viene. Vi que el mensaje del tercer ángel todavía debe obrar como
levadura sobre muchos corazones que profesan creerlo, y eliminar
su orgullo, egoísmo, codicia y amor al mundo.
Jesús está por venir. ¿Encontrará a un pueblo conformado al
mundo? ¿Los reconocerá como su pueblo al que ha purificado para
sí mismo? Oh, no. Nadie, fuera de los puros y santos, será recono-
cido como suyo. Los que han sido purificados y emblanquecidos
mediante el sufrimiento, y se han mantenido separados, sin mancha
del mundo, le pertenecerán.