Página 163 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

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“Sé celoso y arrepiéntete”
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tanás triunfa porque su plan ha tenido éxito. Ellos han abandonado
el amor de Dios por el amor del mundo.
Vi que aquellos que son así prosperados pueden estorbar el
designio de Satanás si deciden vencer su codicia egoísta poniendo
todas sus posesiones sobre el altar de Dios. Cuando ven dónde se
necesitan recursos para hacer progresar la causa de Dios y ayudar a
la viuda y a los huérfanos y afligidos, deben dar alegremente, y así
hacerse tesoros en el cielo.
Oíd el consejo del Testigo fiel: Comprad oro afinado en el fuego,
a fin de que seáis ricos, ropas blancas para que estéis vestidos,
y colirio a fin de que veáis. Haced algún esfuerzo. Estos tesoros
preciosos no descenderán sobre nosotros sin esfuerzo alguno de
nuestra parte. Debemos comprar, ser celosos y arrepentirnos de
nuestro estado de tibieza. Debemos despertarnos para ver nuestros
males, buscar nuestros pecados y arrepentirnos fervorosamente de
ellos.
Vi que los hermanos acaudalados deben apartarse de estos teso-
ros terrenales, y vencer su amor al mundo. Muchos de ellos aman
a este mundo y sus tesoros, pero no quieren darse por enterados.
Deben ser celosos y arrepentirse de su codicia egoísta, a fin de que
el amor de la verdad pueda absorber todo lo demás. Vi que muchos
de los que poseen riquezas no comprarán el oro, ni las vestiduras
blancas ni el colirio. Su celo no se caracteriza por una intensidad ni
fervor proporcionales al valor del objeto que están buscando.
Vi a estos hombres mientras luchaban por los bienes terrenales.
¡Qué celo manifestaban, qué fervor, qué energía para obtener un
tesoro terrenal que ha de pasar pronto! ¡Qué fríos cálculos hacían!
Trazaban planes, se afanaban constantemente, y sacrificaban sus
comodidades por el tesoro terrenal. Un celo parecido de su parte
por obtener el oro, la vestidura blanca y el colirio los pondría en
posesión de estos tesoros inestimables y de la vida eterna en el reino
de Dios. Vi que si hay quienes necesitan colirio, son los que poseen
bienes terrenales. Muchos de ellos están ciegos en cuanto a su propio
estado y a su firme apego a este mundo. ¡Ojalá que viesen!
“He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oyere mi voz
y abriere la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo”.
Apocalipsis 3:20
. Vi que muchos tienen tanta escoria acumulada
ante la puerta del corazón que no pueden abrirla. Algunos tienen