Página 171 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

Basic HTML Version

El este y el oeste
167
rio! Y todo esto por el hombre culpable y perdido. Jesús dice: “Que
os améis unos a otros; como yo os he amado”. ¿Cuánto? Bien, lo
que sea suficiente para induciros a dar vuestra vida por un hermano.
¿Pero hemos llegado al punto en que el yo debe ser gratificado y
descuidada la palabra de Dios? El mundo es su Dios. Le sirven, lo
aman y el amor de Dios ha desaparecido. Si amáis al mundo, el amor
del Padre no está en vosotros.
La palabra de Dios ha sido descuidada. En ella se encuentran las
advertencias para el pueblo de Dios que señalan los peligros que lo
amenazan. Pero han tenido tantas preocupaciones y perplejidades
que difícilmente dejan tiempo para orar. Ha existido un formalismo
vacío pero sin el poder. Jesús oraba, ¡y cuán fervientes eran sus
oraciones! ¡Y eso que él era el Hijo amado de Dios!
Si Jesús manifestó tanta intensidad, tanta energía y agonía, cuánta
mayor necesidad existe que los que él ha llamado a ser herederos
de la salvación dependan de Dios para recibir toda la fortaleza que
necesitan, tengan toda el alma dispuesta a luchar con Dios diciendo:
“No te dejaré, si no me bendices”.
Génesis 32:26
. Pero vi que los
corazones estaban recargados con los cuidados de esta vida, y que
Dios y su Palabra han sido descuidados.
Vi que era más fácil que un camello pasara por el ojo de una
aguja que un rico entrara en el reino. “No os hagáis tesoros en la
tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan
y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín
corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde está
vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón”.
Mateo 6:19
.
Vi que cuando se presenta la verdad debiera hacerse con el poder
del Espíritu. Llevad a la gente al punto en que deban realizar una
decisión. Mostradles la importancia de la verdad, que es de vida o
muerte. Sacad las almas del fuego con celo y dignidad. ¡Pero qué
influencia desalentadora han ejercido muchos que profesan esperar a
su Señor y que sin embargo poseen grandes y atractivas parcelas de
terreno! Las granjas han predicado en voz alta, sí, en voz mucho más
[143]
alta que las palabras, diciendo que este mundo es su hogar. Postergan
el día malo. Reinan la paz y la seguridad. ¡Oh, qué influencia más
dañina! Dios detesta esa preocupación por el mundo. “Apartaos,
apartaos”, fueron las palabras del ángel.