Página 179 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

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Los jóvenes observadores del sábado
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sus hijos, en que toda la experiencia religiosa de éstos queda afectada
por lo que se les enseña cuando son jóvenes? Subyúguelos cuan-
do jóvenes; enséñeles a someterse a usted, y tanto más fácilmente
aprenderán a obedecer a los requerimientos de Dios. Estimule en
ellos una disposición veraz y sincera. No les dé nunca ocasión de
dudar de su sinceridad y estricta veracidad.
Vi que los jóvenes profesan creer en el poder salvador de Dios,
pero no gozan de él. Carecen de religión, carecen de la salvación.
Y, ¡cuántas palabras sin provecho pronuncian! Se lleva un registro
fiel de ellas, pues los mortales serán juzgados de acuerdo con los
actos cometidos por el cuerpo. Jóvenes amigos, vuestras acciones y
vuestras palabras ociosas quedan escritas en el Libro. Vuestra con-
versación no ha versado sobre cosas eternas, sino sobre este, aquel o
el otro asunto común y mundano, al que no debieran dedicarse los
cristianos. Todo queda escrito en el Libro.
Vi que a menos que se manifieste en los jóvenes un cambio
completo y una conversión cabal, pueden desesperar de alcanzar el
cielo. Por lo que me ha sido mostrado, no están verdaderamente con-
vertidos ni siquiera la mitad de los jóvenes que profesan la religión
y la verdad. Si hubiesen estado convertidos, darían frutos para la
gloria de Dios. Muchos se apoyan en una esperanza supuesta, sin
verdadero fundamento. La fuente no ha sido limpiada; por lo tanto
los raudales que proceden de ella no son puros. Limpiad la fuente y
los raudales serán puros. Si el corazón está bien, vuestras palabras,
vuestra indumentaria, vuestros hechos también lo estarán. Falta la
verdadera piedad. No quisiera deshonrar a mi Maestro admitiendo
siquiera que es cristiana una persona negligente, trivial y que no
ora. No; el cristiano obtiene la victoria sobre los pecados que lo
asedian y sobre sus pasiones. Hay un remedio para el alma enferma
de pecado. Ese remedio está en Jesús. ¡Precioso Salvador! Su gracia
basta para los más débiles; y los más fuertes deben recibir también
su gracia o perecer.
Vi cómo se puede obtener esta gracia. Id a vuestra recámara,
y allí a solas, suplicad a Dios; “Crea en mí, oh Dios, un corazón
limpio; y renueva un espíritu recto dentro de mí”.
Salmos 51:10
.
Tened fervor y sinceridad. La oración ferviente es muy eficaz. Como
Jacob, luchad en oración. Agonizad. En el huerto Jesús sudó grandes
gotas de sangre; pero habéis de hacer un esfuerzo. No abandonéis
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