Página 195 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

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El joven rico
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sus bienes contribuyan a mantener en marcha su obra. Y si los que
son ricos no hacen esto, si no cumplen el propósito de Dios, él los
pasará por alto, y traerá a otros para que llenen su lugar y cumplan su
propósito, y distribuyan gozosamente sus posesiones para satisfacer
las necesidades de la causa de Dios. En esto serán primeros. Dios
tendrá en su causa a personas que harán esto.
El podría enviar recursos financieros desde el cielo para llevar
adelante su obra; pero él no trabaja en esta forma. Ha dispuesto que
los seres humanos sean sus instrumentos, y que así como se efectuó
un gran sacrificio para redimirlos, también ellos desempeñen una
parte en esta obra de salvación, sacrificándose por los demás, y al
hacerlo muestren cuánto aprecian el sacrificio que se hizo por ellos.
Se me dijo que prestara atención a lo que dice (
Santiago 5:1-
3
): “¡Vamos ahora, ricos! Llorad y aullad por las miserias que os
vendrán. Vuestras riquezas están podridas, y vuestras ropas están
comidas de polillas. Vuestro oro y plata están enmohecidos; y su
moho testificará contra vosotros, y devorará del todo vuestras carnes
como fuego. Habéis acumulado tesoros para los días postreros”.
Vi que estas temibles palabras se aplican especialmente a los
ricos que profesan creer la verdad presente. El Señor los llama a
usar sus recursos a fin de hacer progresar su causa. Se les presentan
oportunidades, pero ellos cierran sus ojos a las necesidades de la
causa, y se aferran a su tesoro terrenal. Su amor por el mundo es
mayor que su amor por la verdad, su amor por sus semejantes o su
amor por Dios. El pide que le den de sus bienes, pero ellos retienen
lo que poseen en forma egoísta y codiciosa. Dan un poquito una
vez u otra para tranquilizar su conciencia, pero no han vencido su
amor por este mundo. No se sacrifican por Dios. El Señor ha traído a
otros que aprecian la vida eterna, y que pueden sentir y comprender
algo de lo que vale el alma, y que han dado abundantemente de
sus recursos para hacer progresar la causa de Dios. La obra está
por concluirse, y pronto ya no se necesitarán los recursos de los
que han conservado sus riquezas, sus grandes granjas, su ganado,
etc. Vi al Señor volverse airado hacia tales personas, y pronunciar
estas palabras: “¡Vamos ahora, ricos!” El ha llamado, pero no habéis
querido escuchar. El amor a este mundo ha ahogado su voz. Ahora
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ya no os necesita, de modo que os deja diciéndoos: “Vamos ahora,
ricos!”