Página 196 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

Basic HTML Version

192
Testimonios para la Iglesia, Tomo 1
Vi que era algo terrible ser abandonado por el Señor en esa
forma, que era algo espantoso aferrarse a los bienes perecederos de
este mundo, cuando él ha dicho que si vendemos y damos ofrendas,
podemos hacernos tesoros en el cielo. Se me mostró que al concluirse
la obra, y al avanzar la verdad con gran poder, esos hombres ricos
traerán sus recursos y los colocarán a los pies de los siervos de Dios,
rogándoles que los acepten. La respuesta de los siervos de Dios será:
¡Vamos ahora, ricos!” vuestros recursos ya no son necesarios. Los
retuvisteis cuando hubiérais podido hacer bien haciendo progresar
la causa de Dios. Los necesitados han sufrido, porque no han sido
bendecidos con vuestros recursos. Dios no aceptará vuestras riquezas
ahora. “¡Vamos ahora, ricos!”
Luego se me dijo que prestara atención a estas palabras: “He
aquí, clama el jornal de los obreros que han cosechado vuestras
tierras, el cual por engaño no les ha sido pagado por vosotros; y
los clamores de los que habían segado han entrado en los oídos del
Señor de los ejércitos”
Santiago 5:4
. Vi que Dios no estaba en todas
las riquezas que se obtienen. Con frecuencia Satanás tiene mucho
más que ver que Dios con la adquisición de propiedades. Muchas
riquezas se obtienen porque no se paga con justicia a los obreros.
El hombre rico naturalmente es codicioso, obtiene sus riquezas
oprimiendo a sus obreros y sacando ventaja de la gente cuando
quiera que puede hacerlo, con lo cual añade a un tesoro que devorará
su carne como fuego.
Algunos no siguen una conducta honrada ni sincera. Los tales
deben actuar en forma muy diferente y trabajar rápidamente para
redimir el tiempo. Muchos observadores del sábado yerran en esto.
Se aprovechan de sus hermanos pobres, y los que tienen abundancia
de recursos exigen a sus hermanos que están en situación embarazosa
y angustiosa por falta de recursos, un precio superior al valor real
de las cosas que les venden, mucho más de lo que ellos mismos
pagarían. Dios conoce todas estas cosas. Todo acto egoísta, toda
extorsión codiciosa, traerá su recompensa.
Vi que es cruel e injusto no tener consideración de la situación de
un hermano. Si él está angustiado y empobrecido, a pesar de hacer
lo mejor que puede, se le debe hacer alguna concesión. Ni siquiera
se le debe exigir el pleno valor de las cosas que compre a los ricos;
[164]
sino que ellos deben manifestar compasión hacia él. Dios aprobará