Página 234 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 1
de Dios de lo que han manifestado en las cosas temporales para
asegurarse una posición terrenal.
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Pero si bien es cierto que el pueblo de Dios está justificado
en su esfuerzo por asegurar la propiedad de la iglesia por medios
legales, debieran cuidar de mantener su carácter peculiar y santo.
Vi que personas no consagradas se aprovecharían de la posición
que la iglesia ha tomado recientemente: se extralimitarán, llevarán
las cosas hasta posiciones extremas y dañarán la causa de Dios.
Algunos actuarán sin sabiduría ni juicio, iniciarán juicios legales que
habrían podido evitarse, se mezclarán con el mundo, participarán de
su espíritu e influirán en otros para que también sigan su ejemplo.
Un cristiano profeso que actúa imprudentemente hace mucho daño
a la causa de la verdad presente. El mal se arraiga, con más facilidad
que el bien y florece cuando el bien y la justicia languidecen, a
menos que se los nutra cuidadosamente.
Se me llamó la atención hacia el pasado y vi que en cada pa-
so importante, en cada decisión efectuada o punto ganado por el
pueblo de Dios, se han levantado algunos y han llevado los asuntos
hasta los extremos; han actuado en forma extravagante, lo cual ha
disgustado a los creyentes, han puesto en dificultades al pueblo de
Dios y han desprestigiado la causa de Dios. El pueblo que Dios está
conduciendo en estos últimos días será afligido por tales cosas. Pero
se evitará mucho mal si los ministros de Cristo mantienen unidad
de pensamiento, si permanecen unidos en sus planes de acción y
en sus esfuerzos. Si se mantienen juntos, si se apoyan unos a otros
y reprueban fielmente el mal, harán que éste pronto desaparezca.
Pero Satanás ha controlado demasiado estos asuntos. Hay miembros
de iglesia, y aun predicadores, que han simpatizado con personas
desleales que han sido reprochadas por sus errores, lo cual ha produ-
cido como resultado división en los sentimientos. El que ha salido
a cumplir su desagradable deber reprochando fielmente el error y
el mal, se siente afligido y herido porque no recibe plena simpatía
de sus hermanos en la predicación. Vuelve desanimado después de
haber cumplido esos dolorosos deberes, deja caer su cruz y retiene
los testimonios definidos y directos. Su alma queda envuelta en
tinieblas y la iglesia sufre por faltar precisamente el testimonio que
Dios se había propuesto que viviera entre su pueblo. Se cumple el
propósito de Satanás cuando se suprime el testimonio fiel. Los que