Página 299 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

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Organización
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de que la organización era un paso adecuado que se debía tomar,
fallaron en defenderla abiertamente y en promoverla. Hicieron saber
a algunas pocas personas que la favorecían. ¿Era eso todo lo que
Dios requería de ellos? No; su silencio cobarde y su falta de acción
le desagradaron. Esos ministros temieron ser culpados y encontrar
oposición. Observaron a los hermanos en general para ver cuál era
su opinión antes de mantenerse varonilmente en favor de lo que
creían que era lo correcto. El pueblo esperó escuchar la voz de sus
ministros favoritos, y debido a que no obtuvieron ninguna respuesta
favorable de ellos, decidieron que la organización era un movimien-
to incorrecto. En esta forma la influencia de algunos ministros se
ejerció contra la organización, mientras que ellos profesaban favore-
cerla. Sintieron temor de perder su influencia. Pero alguien tiene que
adelantarse y soportar la responsabilidad, y aventurar su influencia;
y como el que adopta esta posición se hace inmune a la censura y
a la culpa, puede soportarlas. Sus compañeros en la obra, quienes
debieran mantenerse a su lado y soportar su parte en la carga, espe-
ran para ver cuánto éxito tiene en pelear solo la batalla. Pero Dios
toma en cuenta su aflicción, su angustia y sus lágrimas, su desánimo
y su desesperación, mientras experimenta una angustia mental casi
insoportable; cuando está a punto de hundirse, Dios lo levanta y le
señala el lugar de reposo para los fatigados, la recompensa para los
fieles; y vuelve a colocarle el hombro bajo la pesada carga. Vi que
todos serían recompensados conforme a sus obras. Los que evitan la
responsabilidad experimentarán pérdida al final. El momento cuan-
do los ministros debieran mantenerse juntos es cuando la batalla se
torna más ardua.
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