Página 303 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

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El poder del ejemplo
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tener cuidado especial en presentarse delante de Dios el sábado
de una manera que revelara su respeto hacia el Creador que ha
santificado y colocado honor especial en aquel día. Todos los que
sienten consideración por el sábado debieran asear su persona y
vestirse con propiedad y buen gusto; porque tienen que presentarse
delante de un Dios celoso, que se ofende debido a la falta de aseo y
al desorden, y que nota todas las manifestaciones de falta de respeto.
Algunas damas han pensado que era incorrecto llevar sobre la cabeza
ninguna cosa que no fuera una cofia para protegerse del sol. Estas
personas son extremistas. No se puede calificar de orgullosa a la
dama que lleva un sencillo sombrero de paja o de seda. Si pusiéramos
en práctica nuestra fe, nos conduciría a vestirnos con sencillez y
a realizar celosamente buenas obras, para que se nos considere un
pueblo peculiar. Pero cuando perdemos el gusto por el orden y la
pulcritud en el vestir, virtualmente dejamos la verdad, porque la
verdad nunca degrada sino que siempre eleva. Hay incrédulos que
consideran toscos y vulgares a los observadores del sábado, y cuando
éstos descuidan su manera de vestir, o bien cuando se comportan
con aspereza y vulgaridad, su influencia fortalece a los incrédulos
en su conclusión.
Los que profesan ser cristianos en medio de los peligros de los
últimos días, y no imitan al Modelo humilde y abnegado, se colocan
en las filas del enemigo. El los considera súbditos suyos, y cumplen
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para él un propósito tan importante como cualquiera de sus otros
súbditos, porque tienen un nombre para vivir, pero están muertos.
Otros los toman como ejemplo y al seguir en pos de ellos pierden el
cielo; pero si éstos no hubieran profesado ser cristianos, los demás
hubieran rechazado su ejemplo. Estos cristianos profesos que no
están consagrados no se dan cuenta del peso de su influencia. Hacen
más difícil el conflicto para los que llegarían a ser un pueblo peculiar
de Dios. Pablo, en (
Tito 2:15
), se refiere a los que están esperando la
venida de Cristo. Dice: “Esto habla, y exhorta y reprende con toda
autoridad. Nadie te menosprecie”.
Al presentar nuestro testimonio contra el orgullo y la imitación de
las modas mundanas, encontramos toda clase de excusas e intentos
de justificación. Algunos hablan del ejemplo de los demás. Tal
hermana lleva aros en sus vestidos; si es incorrecto que yo los lleve,
también es incorrecto para ella. Los niños presentan el ejemplo de