Página 339 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

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Los celos y la crítica
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quienes Dios envió a usted, y listo para dictaminar, y aun sugerir un
plan mediante el cual el Señor hubiera podido impedir que usted tu-
viera la conducta que ha tenido, haciendo que sus siervos tuvieran un
comportamiento diferente del que han tenido. Su juicio ha quedado
pervertido por el poder de Satanás, y mientras se encontraba envuel-
to en tinieblas, usted era un juez incompetente del comportamiento
más adecuado que debía tenerse con respecto a usted. Si sabía cuál
era el comportamiento que los siervos de Dios debían tener a fin
de ayudarle, usted sabía lo suficiente para salir del problema por su
propia cuenta. Dios le dio su elección, la posibilidad de ser ense-
ñado, de ser instruido por medio de sus siervos en la forma que él
había designado, o de continuar adelante manteniendo su conducta
caprichosa y caer en un fanatismo que llenaba de confusión.
Usted eligió seguir
su propio
camino y ahora puede culparse
únicamente a usted mismo. Profesa ser un vigía en las torres de
Sion, un pastor del rebaño, y sin embargo vio a las pobres ovejas
magulladas y esparcidas y no dio la voz de advertencia. “Hijo de
hombre, yo te he puesto por atalaya a la casa de Israel; oirás, pues,
tú la palabra de mi boca, y los amonestarás de mi parte. Cuando
yo dijere al impío: De cierto morirás; y tú no le amonestares ni le
hablares, para que el impío sea apercibido de su mal camino a fin de
que viva, el impío morirá por su maldad, pero su sangre demandaré
de tu mano. Pero si tú amonestares al impío, y él no se convirtiere
de su impiedad y de su mal camino, él morirá por su maldad, pero
tú habrás librado tu alma... Pero si al justo amonestares para que no
peque, y no pecare, de cierto vivirá, porque fue amonestado; y tú
habrás librado tu alma”.
Ezequiel 3:17-19, 21
.
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El pecado de los que están en Wisconsin que cayeron en el fana-
tismo, reposa más pesadamente sobre usted, hermano G, que sobre
cualquiera otra persona. Usted fue un vigía infiel. No distinguió el
mal porque usted era infiel. Dios envió a su fiel atalaya, quien se
mantuvo en la luz y pudo discernir el mal para amonestarlo a usted
y al rebaño errante. Si entonces hubiera escuchado la advertencia,
se habría ahorrado una gran cantidad de mal. Su influencia se ha-
bría mantenido. No se habría convertido en un estorbo para que el
testimonio de los siervos de Dios alcanzara el rebaño distraído. Las
personas que se encontraban descarriadas no quisieron escuchar la
voz de Dios a través de sus siervos elegidos. Se afirmaron contra las