Página 344 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 1
sus siervos. Pero usted no quiso hacerlo. Los siervos de Dios tenían
que tratar directamente con su mal proceder. Si hubieran adoptado
una posición más firme y si lo hubieran tratado con más severidad,
Dios los habría aprobado. Hubiera sido preferible que usted per-
maneciera completamente alejado de _____, porque cada vez que
los siervos de Dios exponían ese fanatismo, el reproche afectaba al
hermano G, y usted se volvía taciturno, se sentía insultado y des-
cuidado, etc. Usted continuó su insensato proceder entre diferentes
familias en la localidad de_____; usted trató de obtener simpatía y
creó oposición contra los hermanos C, D y E. Se sintió ofendido y
menospreciado. Expresó sus sentimientos de palabra y acción, y en
esa forma creó celos y desconfianza en muchas mentes con respecto
a los siervos de Dios a quienes él había enviado especialmente para
que trataran con usted. Su comportamiento destruyó el poder de su
testimonio en algunas mentes; pero algunos se sintieron agradecidos
porque había llegado luz, y porque se había desbaratado la trampa
de Satanás y ellos habían escapado. Otros manifestaron obstinación
y se opusieron al testimonio que se había dado, y así se produjo
una división en el cuerpo de la iglesia. Usted es el responsable de
esto. Tuvimos que trabajar en favor de la iglesia en la localidad de
_____ con aflicción de espíritu a fin de apartar la influencia y las
impresiones negativas que usted había creado. Usted tiene que llevar
a cabo una obra en ese lugar.
Vi que algunas personas habían sentido mucha preocupación
por usted, porque temían que sus hermanos en el ministerio no lo
tratarían debidamente y no le harían justicia. Esas personas debie-
ran apartarse del camino y confesar fielmente sus propios errores y
dejar que todo el peso de la censura y de los errores que usted ha
cometido descanse sobre su propia cabeza. Dios se propone que ese
peso permanezca sobre usted hasta que usted lo quite enteramente
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mediante el arrepentimiento y la confesión sincera. Los que sienten
una simpatía extraviada por usted no pueden ayudarle. Debieran
más bien manifestar su celo arrepintiéndose de sus propios desca-
rríos y dejándolo a usted solo. Usted ha perdido completamente el
camino correcto y a menos que cambie su curso, que se arrepienta
de sus errores sin censurar a sus hermanos y que esté dispuesto a ser
instruido, no podrá formar parte del pueblo de Dios.