Página 385 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

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La rebelión
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alrededor. Las siguientes palabras se me presentaron en relación
con los siervos de Dios: ‘El que a vosotros oye, a mí me oye; el
que a vosotros desecha, a mí me desecha; y el que me desecha a
mí, desecha al que me envió’.
Lucas 10:16
. Que Dios lo ayude, mi
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hermano engañado, a verse tal como es y a dirigir sus simpatías
hacia el cuerpo de la iglesia”.
Nuestro reino no pertenece a este mundo. Estamos esperando
que nuestro Señor venga desde el cielo para someter toda autoridad
y poder, y establecer su reino eterno. Las potencias terrenales se
encuentran agitadas. No necesitamos, y no podemos esperar unión
entre las naciones del mundo. Nuestra posición en la imagen de
Nabucodonosor está representada por los dedos de los pies, en estado
de división, y de un material deleznable que no puede mantener su
cohesión. La profecía nos muestra que el gran día de Dios está sobre
nosotros. Se aproxima rápidamente.
Vi que es nuestro deber en todos los casos obedecer las leyes
de nuestro país, a menos que estén en conflicto con la ley superior
que Dios dio en forma audible en el Sinaí, y después grabó en
tablas de piedra con su propio dedo. “Daré mi ley en su mente y
la escribiré en su corazón, y yo seré a ellos por Dios, y ellos me
serán por pueblo”.
Jeremías 31:33
. Los que tienen la ley de Dios
escrita en su corazón obedecerán a Dios antes que a los hombres, y
preferirán desobedecer a todos los hombres antes que desviarse en lo
mínimo del mandamiento de Dios. El pueblo de Dios, enseñado por
la inspiración de la verdad, y conducido por una buena conciencia
para vivir de acuerdo con cada palabra de Dios, adoptará la ley
escrita en el corazón como la única autoridad que puede reconocer
o consentir en obedecer. La sabiduría y la autoridad de la ley divina
son supremas.
Se me mostró que el pueblo de Dios, que es su tesoro peculiar, no
puede comprometerse en esta guerra desconcertante porque se opo-
ne a todos los principios de su fe. En el ejército no podrían obedecer
la verdad y al mismo tiempo obedecer los requerimientos oficiales.
Se produciría continuamente una violación de la conciencia. Los
hombres mundanos están gobernados por principios mundanos. No
pueden apreciar principios de otra índole. La política mundana y la
opinión pública abarcan el principio de acción que lo gobierna y lo
induce a practicar el bien en forma convencional. Pero el pueblo de