Página 391 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

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La rebelión
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Esta guerra es un conflicto muy singular, y al mismo tiempo
muy horrible y desconsolador. Otras naciones miran con disgusto las
acciones de los ejércitos tanto del Norte como del Sur. Ven esfuerzos
tan decididos para alargar la guerra a costo de un enorme sacrificio
de vidas y dinero, mientras al mismo tiempo no se gana nada, y les
parece que se trata más bien de una competencia por ver quién mata
a más hombres. Eso les ha llenado de indignación.
Vi que la rebelión ha ido aumentando definidamente y que nunca
había estado más decidida que en este momento. Muchos hombres
que profesan pertenecer a la Unión, y que tienen cargos importantes,
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son completamente desleales. La única razón que tenían para tomar
las armas era mantener la Unión tal como está, y la esclavitud en
ella. Si pudieran hacerlo, de buena gana encadenarían al esclavo a
su vida de abyecta esclavitud. Tales personas tienen mucha simpatía
con el Sur. La sangre se ha derramado como agua, y por nada de
valor. En todos los pueblos y aldeas hay gente que está de luto. Las
esposas están de duelo por sus maridos, las madres por sus hijos y
las hermanas por sus hermanos. Pero a pesar de tanto sufrimiento
no se vuelven a Dios.
Vi que tanto el Sur como el Norte estaban siendo castigados. En
lo que se refiere al Sur, se me llamó la atención a (
Deuteronomio
32:35-37
): “Mía es la venganza y la retribución; a su tiempo su pie
resbalará, porque el día de su aflicción está cercano, y lo que les
está preparado se apresura. Porque Jehová juzgará a su pueblo, y
por amor de sus siervos se arrepentirá, cuando viere que la fuerza
pereció, y que no queda ni siervo ni libre. Y dirá: ¿Dónde están sus
dioses, la roca en que se refugiaban?”
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