Página 398 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 1
y firmeza de un hombre débil cuando se apoyaba en Dios, su Roca
eterna.
La actitud tranquila de Lutero contrastaba notablemente con la
pasión y la ira manifestadas por los así llamados grandes hombres.
No pudieron amedrentarlo para que se retractara de la verdad. Con
noble sencillez y serena firmeza se mantuvo inconmovible como
una roca. La oposición de sus enemigos, su ira y sus amenazas,
como poderosa ola se abalanzaron contra él, pero fueron a desha-
cerse inofensivamente a sus pies. Lutero permaneció inconmovible.
Quedaron mortificados al ver que su poder, que había hecho temblar
a reyes y nobles, fuera despreciado de esa manera por un hombre
humilde, y anhelaron hacerle sentir su ira torturándolo hasta hacerlo
morir. Pero Uno que es más poderoso que los potentados del mundo,
se había hecho cargo de este valeroso testigo. Dios tenía una obra
para él. Todavía debía sufrir por la verdad. Tenía que verla abrirse
paso entre sangrientas persecuciones. Debía verla vestida de cilicio
y vituperada por fanáticos. Debía vivir para justificarla y defenderla
cuando las poderosas autoridades del mundo procuraran destruirla.
Debía vivir para verla triunfar y abatir los errores y supersticiones
del papado. Lutero ganó una victoria en Worms, la cual debilitó al
papado y se difundió por otros reinos y naciones. Este fue un golpe
efectivo en favor de la Reforma.
Se me presentó el caso de los ministros que predican la verdad
presente en contraste con los líderes de la Reforma; especialmente
la vida dedicada y fervorosa de Lutero fue comparada con las vidas
de algunos de nuestros predicadores. Demostró su perdurable amor
por la verdad mediante su valor, su serena firmeza y su abnegación.
Soportó pruebas y sacrificios, y a veces sufrió la más profunda
angustia de espíritu, mientras defendía la verdad; y sin embargo no
se quejó. Fue perseguido como bestia salvaje, pero lo sufrió todo
gozosamente por amor a Cristo.
El último mensaje de misericordia se ha confiado a los humildes
y fieles siervos de Dios de la actualidad. Dios ha conducido a los
que no desechan las obligaciones, ha colocado responsabilidades
sobre ellos, y por su intermedio ha presentado a su pueblo un plan de
dadivosidad sistemática en el cual todos pueden participar y trabajar
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en armonía. Este sistema se ha puesto en práctica y ha funcionado
en forma totalmente satisfactoria. Ha permitido sustentar con libe-