Página 410 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 1
cidos por los principios de lo recto. La conciencia de que estáis
desempeñando fielmente vuestro deber, os fortalecerá. Los ángeles
de Dios sonreirán al ver vuestros esfuerzos, y os ayudarán.
Cuando os sentís impacientes, con demasiada frecuencia pensáis
que la causa está en vuestros hijos, y les echáis la culpa cuando
no la merecen. En otras ocasiones, ellos podrían hacer las mismas
cosas, y todo sería aceptable y correcto. Los niños conocen, notan y
sienten estas irregularidades y
ellos
tampoco son siempre los mis-
mos. A veces están más o menos preparados para arrostrar actitudes
variables; y en otras ocasiones están nerviosos e intranquilos, y no
pueden soportar la censura. Su espíritu se subleva en rebelión contra
ella. Los padres quieren que se tenga en cuenta su estado mental,
y sin embargo no siempre ven la necesidad de hacer las mismas
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concesiones a sus pobres hijos. Disculpan en sí mismos aquello que
censurarían severamente si lo advirtieran en sus hijos, que no tienen
tantos años de experiencia y disciplina.
Algunos padres de temperamento nervioso, cuando están can-
sados por el trabajo y oprimidos por la congoja, no conservan la
serenidad mental, sino que manifiestan hacia aquellos que debieran
serles más preciosos en este mundo una irritación e intolerancia que
desagradan a Dios y extienden una nube sobre la familia. Con tierna
simpatía, debe calmarse a los niños en sus dificultades. La bondad y
tolerancia mutuas harán del hogar un paraíso y atraerán a los ángeles
santos al círculo de la familia.
La madre puede y debe hacer mucho para dominar sus nervios y
su ánimo cuando está deprimida. Aun cuando está enferma, puede,
si se educa a sí misma, manifestar una disposición agradable y
alegre, y puede soportar más ruido de lo que una vez creyera posible.
No debiera hacer sentir a los niños su propia flaqueza y nublar
sus mentes jóvenes y sensibles por su propia depresión de espíritu,
haciéndoles sentir que la casa es una tumba y que la alcoba de la
madre es el lugar más lúgubre del mundo. La mente y los nervios
se entonan y fortalecen por el ejercicio de la voluntad. En muchos
casos, la fuerza de voluntad resultará ser un poderoso calmante de
los nervios.
No dejéis que vuestros hijos os vean con rostros ceñudos. Si
ellos ceden a la tentación, y luego ven su error y se arrepienten de
él, perdonadles tan generosamente como esperáis ser perdonados