Página 421 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

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Peligros de la juventud
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el buen camino. ¡Cuánta tristeza sintieron en sus corazones al ver
defectos en sus hijos! Si éstos, que causaron tanto dolor a esos
corazones, pudiesen ver el efecto de su conducta, se arrepentirían
ciertamente de ella. Si pudiesen ver las lágrimas de su madre, y oír
sus oraciones a Dios en su favor, si pudiesen escuchar sus reprimidos
y entrecortados suspiros, sus corazones se conmoverían, y presta-
mente confesarían sus pecados y pedirían perdón. Tanto los de más
edad como los jóvenes tienen una obra que hacer. Los padres deben
prepararse mejor para desempeñar su deber con sus hijos. Algunos
padres no los comprenden a éstos, ni los conocen verdaderamente.
A menudo hay una gran distancia entre padres e hijos. Si los padres
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quisieran compenetrarse plenamente de los sentimientos de sus hi-
jos, y desentrañar lo que hay en sus corazones, se beneficiarían ellos
mismos.
Los padres deben obrar fielmente con las almas que les han sido
confiadas. No deben estimular en sus hijos el orgullo, el despilfarro
y el amor a la ostentación. No deben enseñarles ni permitir que
aprendan pequeñas gracias que parecen vivezas en los niños, pero
que después tienen que desaprenderse, y que tendrán que corregirse
cuando sean mayores. Los hábitos que primero se adquieren no se
olvidan fácilmente. Padres, debéis comenzar a disciplinar las mentes
de vuestros hijos en la más tierna edad, a fin de que sean cristianos.
Tiendan todos vuestros esfuerzos a su salvación. Obrad como que
fueron confiados a vuestro cuidado para ser labrados como preciosas
joyas que han de resplandecer en el reino de Dios. Cuidad de no
estar arrullándolos al borde del abismo de la destrucción, con la
errónea idea de que no tienen bastante edad para ser responsables,
ni para arrepentirse de sus pecados y profesar a Cristo.
Se me refirió a las muchas promesas preciosas registradas pa-
ra aquellos que buscan temprano a su Salvador. “Acuérdate de tu
Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos,
y lleguen los años de los cuales digas: No tengo en ellos contenta-
miento”
Eclesiastés 12:1
. “Yo amo a los que me aman, y me hallan
los que temprano me buscan”.
Proverbios 8:17
. El gran Pastor de
Israel dice, además: “Dejad a los niños venir a mí, y no se lo im-
pidáis; porque de los tales es el reino de los cielos”.
Mateo 19:14
.
Enseñad a vuestros hijos que la juventud es el mejor tiempo para
buscar al Señor. Entonces las cargas de la vida no pesan sobre ellos,