Página 426 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 1
hecho, pero no se les debe dejar en un estado mental desesperado,
sino con cierto grado de valor a fin de que puedan mejorar y ganar
vuestra confianza y aprobación.
Algunos padres cometen el error de conceder a sus hijos dema-
siada libertad. Tienen a veces tanta confianza en ellos que no ven sus
defectos. Es malo permitir a los niños realizar visitas distantes que
entrañen cierto gasto, sin estar acompañados de sus padres o tutores.
Ello ejerce una mala influencia sobre los niños. Llegan a pensar que
son muy importantes y que les pertenecen ciertos privilegios, y si
éstos no les son concedidos, se creen maltratados. Hacen alusión a
otros niños que van y vienen y tienen muchos privilegios, mientras
que ellos tienen tan pocos.
La madre, temiendo que sus hijos la crean injusta, satisface
sus deseos, lo cual les causa gran perjuicio. Los jóvenes visitantes,
que no se hallan bajo el ojo vigilante de alguno de sus padres, de
modo que éstos puedan ver y corregir sus faltas, reciben a menudo
impresiones cuya supresión requiere meses. Se me refirieron casos
de padres que tenían hijos buenos y obedientes y que, teniendo la
mayor confianza en ciertas familias, dejaron que sus hijos se alejasen
por un tiempo de su lado para visitar a estos amigos. Desde entonces
se notó un cambio completo en la conducta y el carácter de esos
hijos. Antes, vivían contentos y felices en el hogar, y no tenían
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muchos deseos de hallarse en compañía de ciertas personas jóvenes.
Cuando volvieron a sus padres, la restricción les pareció injusta, y el
hogar una cárcel. Decisiones tan imprudentes de parte de los padres
deciden el carácter de sus hijos.
Al hacer visitas tales, algunos niños traban relaciones que al fin
los conducen a la ruina. Padres, conservad a vuestros hijos a vuestro
lado si podéis, y vigiladlos con la más tierna solicitud. Cuando los
dejáis ir de visita a cierta distancia, se sienten con bastante edad para
cuidarse y hacer sus propias decisiones. Cuando se deja a los jóvenes
así abandonados a sí mismos, su conversación versa a menudo sobre
temas que no los refinan ni elevan, ni tampoco aumentan su amor
por lo que atañe a la religión. Cuanto mayor sea el número de visitas
que se les permite hacer, tanto mayor será el deseo de realizarlas y
menos atrayente les parecerá el hogar.
Hijos, Dios consideró propio confiaros al cuidado de vuestros
padres, para que ellos os instruyan y disciplinen, y desempeñen su