Página 437 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

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La causa en el este
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modestos y elevados en nuestra conversación e inmaculados en la
vida. Debe refrenarse un espíritu trivial, temerario y bromista. No es
evidencia de los efectos de la gracia de Dios sobre el corazón que las
personas hablen y oren con talento en la reunión, y luego, cuando han
salido de ella, se entreguen a una conversación y conducta grosera
y descuidada. Las tales personas son muy malos representantes de
nuestra fe; son oprobio para la causa de Dios.
Hay una extraña mezcla de opiniones entre los profesos observa-
dores del sábado de _____. Algunos no están en armonía con el resto
de la iglesia, y mientras continúen asumiendo esa actitud, estarán
sujetos a las tentaciones de Satanás, y quedarán afectados por el
fanatismo y el espíritu de error. Algunos tienen opiniones fantásticas
que los ciegan con respecto a muchos puntos vitales e importantes
de la verdad, y los inducen a colocar sus propias deducciones ca-
prichosas al mismo nivel que la verdad vital. La apariencia de los
tales y el espíritu que los acompaña hacen que el incrédulo sensato
presente objeciones contra el sábado por el cual aquéllos abogan.
Sería mucho mejor para el progreso y el éxito del mensaje del tercer
ángel que las tales personas dejasen la verdad.
Según la luz que Dios me ha dado, surgirá en el Este un grupo
numeroso de personas que obedecerán firmemente la verdad. Los
que insistan en continuar por el camino desviado que han elegido
quedarán abandonados para que acepten errores que finalmente
causarán su caída definitiva; pero por un tiempo serán piedras de
tropiezo para quienes aceptan la verdad.
Los ministros que predican la doctrina deben ser obreros cabales,
deben presentar la verdad en su pureza, aunque con sencillez. Deben
apacentar la grey con forraje limpio, cuidadosamente aventado.
Hay estrellas fugaces que profesan ser ministros enviados por
Dios y van predicando el sábado de lugar en lugar; pero han mez-
clado la verdad con el error y le ofrecen al pueblo el conjunto de
sus opiniones dispares. Satanás los ha introducido para disgustar a
los incrédulos inteligentes y sensatos. Algunos tienen mucho que
decir acerca de los dones, y tienen a menudo manifestaciones es-
peciales. Se entregan a sentimientos desenfrenados y excitantes, y
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hacen ruidos ininteligibles que llaman don de lenguas. Cierta clase
de personas parece encantada con estas extrañas manifestaciones.
Un espíritu extraño domina a estas gentes, que están dispuestas a