Página 44 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 1
Para mí, la cuerda verde representaba la fe, y comenzó a surgir en
mi alma la belleza y sencillez de la confianza en Dios.
Esta vez confié a mi madre todas mis aflicciones y mis dudas.
Ella me expresó tierna simpatía, me animó y sugirió que fuera a pedir
consejo al pastor Stockman, quien por entonces predicaba la doctrina
del advenimiento en Portland. Tenía gran confianza en él porque era
un dedicado siervo de Cristo. Cuando él escuchó mi historia, me
colocó afectuosamente la mano en la cabeza y me dijo con lágrimas
en los ojos: “Elena, eres tan sólo una niña. Tu experiencia resulta
algo muy singular para alguien de tu edad. Seguramente Jesús te
está preparando para una obra especial”.
Luego me dijo que aunque yo fuera una persona de edad ma-
dura y asaltada por la duda y la desesperación, de todos modos me
diría que él
sabía
que existía esperanza para mí mediante el amor
de Jesús. Precisamente la agonía mental que había experimentado
constituía una evidencia positiva de que el Espíritu del Señor lucha-
ba conmigo. Dijo que cuando el pecador se endurece en su culpa,
no llega a comprender la enormidad de su transgresión, sino que
se complace en la seguridad de que obra correctamente y no corre
ningún peligro en particular. El Espíritu del Señor termina por aban-
donarlo y él se pone descuidado e indiferente o bien temerariamente
desafiante. Este bondadoso pastor me habló del amor de Dios por
sus hijos que yerran, y que en lugar de regocijarse en su destrucción,
él anhela atraerlos hacia sí con fe sencilla y confianza. Me habló
detenidamente del gran amor de Cristo y del plan de salvación.
Habló de la desgracia que me había sucedido temprano en mi
vida y dijo que era una penosa aflicción, pero me instó a creer que
la mano del Padre amante no se había retirado de mí; que en mi
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vida futura, cuando se hubiera desvanecido la bruma que oscurecía
mi mente, entonces yo discerniría la sabiduría de la Providencia
que me había parecido tan cruel e inescrutable. Jesús dijo a uno de
sus discípulos: “Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora, mas
lo entenderás después”.
Juan 13:7
. En el futuro grandioso ya no
veremos las cosas oscuramente, como en un espejo, sino que nos
encontraremos directamente con los misterios del amor divino.
“Elena -me dijo el pastor-, ahora puedes retirarte en plena li-
bertad; regresa a tu hogar confiando en Jesús, porque él no retirará
su amor de ninguna persona que busca de verdad”. A continuación