Página 440 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 1
Me fue mostrado que el siguiente pasaje se aplica a los que están
en engaño: “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el
reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que
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está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no
profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios,
y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé:
Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad”.
Mateo
7:21-23
.
Este es el mayor engaño que pueda afectar a la mente humana;
estas personas creen que obran bien cuando están obrando mal.
Piensan que están haciendo una gran obra en su vida religiosa,
pero Jesús les arranca finalmente su manto de justicia propia, y
les presenta vívidamente el cuadro fiel de lo que son, con todos
sus yerros y la deformidad de su carácter religioso. Son hallados
faltos cuando es demasiado tarde para que sus necesidades queden
suplidas. Dios ha provisto medios para corregir a los que yerran;
pero si éstos prefieren seguir su propio juicio y desprecian los medios
que él ha ordenado para corregirlos y unirlos en la verdad, quedarán
en la situación descrita por las palabras de nuestro Señor citadas más
arriba.
Dios está sacando a un pueblo y preparándolo para que se desta-
que por su unidad, hable las mismas cosas y cumpla así la oración
de Cristo en favor de sus discípulos: “Mas no ruego solamente por
éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de
ellos, para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí y yo en ti,
que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que
tú me enviaste”.
Juan 17:20-21
.
Continuamente surgen grupitos de personas que creen que Dios
está únicamente con los muy pocos y muy dispersos. La influencia de
los tales tiende a derribar y dispersar lo que han edificado los siervos
de Dios. Los espíritus inquietos que desean constantemente ver y
creer algo nuevo surgen de continuo, algunos en un lugar y otros en
otro, haciendo todos una obra especial por el enemigo y, sin embargo,
pretendiendo tener la verdad. Se destacan como separados del pueblo
a quien Dios está conduciendo y prosperando, y por medio de quien
él va a hacer su gran obra. Expresan constantemente sus temores de
que el cuerpo de los observadores del sábado se está volviendo como
el mundo; pero apenas habrá dos de estas personas que concuerdan