Página 441 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

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La causa en el este
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en sus opiniones. Están dispersas y confusas, y sin embargo, se
engañan hasta el punto de creer que Dios las acompaña en forma
especial. Algunas de ellas profesan tener entre sí los dones; pero por
la influencia y enseñanza de estos dones son inducidas a dudar de
aquellos a quienes Dios ha impuesto la carga especial de su obra, y
a desviar del cuerpo a una clase de personas. Los que, de acuerdo
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con la Palabra de Dios están haciendo todo esfuerzo para unirse, que
están establecidos en el mensaje del tercer ángel, son considerados
sospechosos, por la razón de que están extendiendo sus labores y
ganando almas para la verdad. Se los considera mundanos porque
ejercen influencia sobre el mundo y porque sus actos atestiguan que
esperan que Dios haga todavía una obra grande y especial en la tierra
para sacar un pueblo y prepararlo para la aparición de Cristo.
Esta clase de personas no sabe realmente lo que cree, ni las
razones de su creencia. Nunca aprenden y nunca pueden llegar al
conocimiento de la verdad. Se levanta un hombre con opiniones
extraviadas y erróneas, y asevera que Dios le ha enviado con una luz
nueva y gloriosa, y que todos deben creer lo que predica. Algunos
que no tienen fe establecida, que no están sujetos al cuerpo, sino
que andan al garete sin ancla que los retenga, reciben ese viento
de doctrina. La luz de aquel hombre resplandece de tal manera que
induce al mundo a apartarse de él con disgusto y aborrecimiento.
Entonces se coloca con espíritu blasfemo al lado de Cristo, y asevera
que el mundo le aborrece por la misma razón que aborreció a Cristo.
Se levanta otro aseverando ser conducido por Dios, y presenta
la doctrina de que los impíos no resucitarán, herejía que es una
de las obras maestras del engaño satánico. Otro alberga opiniones
erróneas acerca de la edad futura. Otro insiste celosamente en que
se adopte el traje americano [moda extravagante que se procuraba
implantar entonces en los Estados Unidos]. Todos quieren plena
libertad religiosa y cada uno actúa independientemente de los demás,
y sin embargo aseveran que Dios obra especialmente entre ellos.
Algunos se regocijan de que tienen los dones que otros no poseen.
Dios quiere librar a su pueblo de tales dones. ¿Qué hacen estos
dones por ellos? ¿Se unen en la fe por el ejercicio de estos dones?
¿Y convencen acaso al incrédulo de que Dios está en verdad con
ellos? Cuando estos seres discordantes, que sostienen sus diferentes
opiniones, se reúnen y manifiestan considerable excitación y se