La causa en el este
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pesar de todas las evidencias de que Dios ha estado conduciendo al
cuerpo, hay y continuará habiendo quienes, profesando creer en la
verdad del sábado, actuarán en forma independiente del cuerpo, y
creerán y obrarán como se les antoje. Sus opiniones están confusas.
Su dispersión es un testimonio permanente de que Dios no está con
ellos. El mundo coloca el sábado y los errores de los tales a un
mismo nivel y los desecha juntamente.
Dios está airado con los que siguen una conducta que nos hace
odiar por el mundo. Si a un creyente se le odia por sus buenas obras
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y por seguir a Cristo, tendrá recompensa. Pero si se le odia porque no
se conduce en forma que inspire amor, o por sus modales incultos,
porque hace de la verdad un motivo de disputa con sus vecinos y
hace del sábado una molestia para ellos, es una piedra de tropiezo
para los pecadores, un oprobio para la verdad sagrada, y a menos
que se arrepienta, sería mejor que se atase una piedra de molino al
cuello y se arrojase al mar.
No debiera darse a los incrédulos ocasión para vituperar nuestra
fe. Se nos considera raros y singulares, por lo que no debiéramos
tener comportamientos que induzcan a los incrédulos a pensar que
somos más raros de lo que nuestra fe requiere que seamos.
Algunos que creen la verdad pueden pensar que será más salu-
dable para las hermanas adoptar el traje americano, pero si ese estilo
de moda destruye nuestra influencia entre los incrédulos y no nos
permite tener acceso fácil a ellos, por ningún motivo debiéramos
adoptarlo, aunque ello nos acarree sufrimiento. Pero algunos están
engañados al pensar que se puede recibir tanto beneficio de este
traje. Aunque pueda beneficiar a algunos, es perjudicial para otros
Vi que los que adoptan el traje americano han revertido la orden
de Dios y han desobedecido sus instrucciones especiales. Se me
refirió a (
Deuteronomio 22:5
): “No vestirá la mujer traje de hombre,
ni el hombre vestirá ropa de mujer; porque abominación es a Jehová
tu Dios cualquiera que lo hace”. Dios no quiere que su pueblo adopte
el así llamado traje de la reforma. Es una vestimenta inmodesta,
totalmente inapropiada para los modestos y humildes seguidores de
Cristo.
Véase el Apéndice.