Página 446 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 1
cupación, rogó fervientemente: “No me deseches en el tiempo de la
vejez; cuando mi fuerza se acabare, no me desampares... Oh Dios,
me enseñaste desde mi juventud, y hasta ahora he manifestado tus
maravillas. Aun en la vejez y las canas, oh Dios, no me desampares,
hasta que anuncie tu poder a la posteridad y tu potencia a todos los
que han de venir”.
Salmos 71:9, 17-18
. David sentía la necesidad de
precaverse contra los males que acompañan a la senectud.
Sucede con frecuencia que las personas ancianas no están dis-
puestas a comprender ni reconocer que su fuerza mental está deca-
yendo. Acortan sus días asumiendo preocupaciones que correspon-
den a sus hijos. Satanás obra a menudo sobre su imaginación y las
induce a sentir una ansiedad continua respecto de su dinero. Llega a
ser su ídolo y lo guardan con cuidado avariento. Hasta se privarán a
veces de muchas de las comodidades de la vida y trabajarán más de
lo que les permiten sus fuerzas, antes de usar los recursos que tienen.
De esta manera sufren constante necesidad por temor a que en algún
tiempo futuro han de pasar miseria. Todos estos temores tienen su
origen en Satanás. El excita los órganos que los inducen a sentir
temores y celos serviles que corrompen la nobleza del alma y des-
truyen los pensamientos y sentimientos elevados. Las tales personas
tienen una actitud insana con respecto al dinero. Si ellas asumiesen
la actitud que Dios quiere que asuman, sus postreros días podrían
ser los mejores y más felices. Los que tienen hijos en cuya honradez
y juicioso manejo tienen motivos para confiar, deben dejar que ellos
los hagan felices. A menos que obren así, Satanás se aprovechará
de su falta de fuerza mental, y lo manejará todo en su lugar. Deben
deponer la ansiedad y las cargas, ocupar su tiempo tan felizmente
como puedan, y prepararse así para el cielo.
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