Página 447 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

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Extremos en la manera de vestir
No consideramos que armonice con nuestra fe vestirnos con el
traje americano, usar vestidos con armadura de alambre o ir hasta
el extremo de llevar vestidos excesivamente largos que barren las
veredas y las calles. Si las mujeres usaran vestidos que llegaran a
unos tres a cinco centímetros sobre el sucio suelo de la calle, éstos
serían modestos, podrían mantenerse limpios con mayor facilidad y
durarían más. Un vestido con estas características armonizaría con
nuestra fe. He recibido varias cartas de hermanas que consultaban mi
opinión con respecto al uso de faldas acordonadas. Envié la respuesta
por carta a esta hermana del Estado de Wisconsin. A continuación
transcribo la carta para beneficio de otros:
“Como pueblo, no consideramos que es nuestro deber retirarnos
del mundo para no seguir la moda que impera en él. Si tenemos un
estilo de vestir pulcro, sencillo, modesto y cómodo, y si los munda-
nos eligen vestirse como nosotros, ¿tenemos por eso que cambiar
nuestro estilo para diferenciarnos del mundo? No, es innecesario
ser raros o excéntricos en nuestra manera de vestir para diferir del
mundo, a fin de que no nos desprecien por hacerlo. Los cristianos
son la luz del mundo y la sal de la tierra; por lo tanto su ropa debe
ser pulcra y modesta, su conversación debe ser casta y celestial y su
comportamiento irreprochable.
“¿Como debemos vestirnos? Si algunas damas usaban vestidos
de tela gruesa y acolchada antes de la introducción de la moda de
los vestidos con armazón de alambre, sólo por ostentación y no
por comodidad, pecaron contra sí mismas al perjudicar su salud,
puesto que tienen el deber de preservarla. Si los usan ahora para
causar la impresión de que su ropa tiene armazón de alambre, es-
tán pecando porque procuran imitar una moda que es vergonzosa.
Antes de la introducción de la moda de los vestidos con armazón
de alambre se usaban las faldas acordonadas. Yo misma he usado
una falda ligeramente acordonada desde la edad de catorce años, no
por ostentación sino por comodidad y decencia. No abandoné su uso
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