Página 454 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 1
de Cristo porque son sus embajadores. No debieran preocuparse de
su tranquilidad, comodidad, placer, deseos o conveniencia. Deben
sufrir por Cristo, ser crucificados con él y gozarse porque en el pleno
sentido de la palabra pueden conocer lo que es la comunión con el
Cristo sufriente.
Vi que los ministros que trabajan mediante la palabra y la doctri-
na tienen una importante obra ante sí, y una pesada responsabilidad
descansa sobre ellos. En su trabajo no llegan suficientemente cerca
de los corazones. Su trabajo es demasiado general y con frecuencia
muy disperso. Deben concentrar sus esfuerzos en las personas por
quienes están trabajando. Su predicación desde el púlpito es tan
sólo el comienzo de su trabajo. A continuación deben vivir lo que
predican, teniendo cuidado de nunca acarrear oprobio sobre la causa
de Dios. Debieran ilustrar mediante el ejemplo la vida de Cristo.
En (
1 Corintios 3:9
) leemos: “Porque nosotros somos colaborado-
res de Dios”. Y (
2 Corintios 6:1
) dice: “Así, pues, nosotros, como
colaboradores suyos, os exhortamos también a que no recibáis en
vano la gracia de Dios”. La obra del ministro no queda terminada
cuando desciende del púlpito. No debiera entonces desentenderse
de su ministerio y ocupar la mente en leer o escribir, a menos que
ello sea indispensable. Debiera, en cambio, continuar su ministerio
público por medio de esfuerzos realizados en privado, trabajando
personalmente por la gente toda vez que se presente la oportunidad,
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conversando en los hogares, instando y suplicando a la gente en
el lugar de Cristo para que se reconcilien con Dios. Pronto con-
cluirá nuestra obra en el mundo, y entonces “cada uno recibirá su
recompensa conforme a su labor”.
1 Corintios 3:8
.
Se me mostró la recompensa de los santos, la herencia inmortal.
También vi todo lo que el pueblo de Dios había tenido que soportar
por amor a la verdad, y que a pesar de eso consideraban que el precio
pagado no había sido caro. Concordaban en que los sufrimientos del
presente no eran dignos de compararse con la gloria futura que se
manifestaría en ellos. El pueblo de Dios en estos últimos días será
probado. Pero pronto llegará su última prueba, y entonces recibirán
el don de la vida eterna.
Pastor Hull, usted ha sido vilipendiado por amor a la verdad. Ha
experimentado el poder de la verdad y de una vida sin fin. El Espíritu
de Dios ha dado testimonio al suyo de que usted pertenecía a Dios