Página 485 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

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La reforma en la manera de vestir
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suponía que el traje norteamericano sería adoptado por las hermanas
observadoras del sábado, y que si ese estilo de vestir se ponía en
vigencia ella no lo adoptaría, porque nunca podría obligarse a llevar
un traje semejante.
“Con respecto a si yo uso un vestido más corto, debo decir que
poseo un solo vestido corto, el cual no es más que el largo de un dedo
más corto que los otros vestidos que uso. He usado ocasionalmente
este vestido corto. En los días del invierno me levanto temprano, me
pongo ese vestido corto que no requiere que lo levante con la mano
para impedir que arrastre en la nieve, y camino rápidamente dos o
tres kilómetros antes del desayuno. Lo he llevado varias veces a la
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oficina cuando me he visto obligada a caminar por la nieve o cuando
estaba muy mojado o lodoso. Cuatro o cinco hermanas de la iglesia
de Battle Creek se han confeccionado un vestido corto para usarlo
mientras realizan el lavado de la ropa o el aseo de la casa. Pero
ninguna hermana lo ha usado en las calles de Battle Creek y nunca
lo han llevado en reuniones de la iglesia. Mis conceptos tenían el
objeto de corregir la moda actual, el vestido extremadamente largo
que arrastra por el suelo, y también corregir el uso de vestido exage-
radamente corto que llega hasta las rodillas, que es usado por cierta
clase de mujeres. Se me mostró que debemos evitar ambos extremos.
Al usar un vestido que llegue hasta la parte superior del botín de
mujer eludiremos los males del vestido extremadamente largo, y
también los males y la notoriedad del vestido exageradamente corto.
“Quiero aconsejar a las hermanas que se confeccionan un vestido
corto para usarlo en el trabajo, que manifiesten buen gusto y pulcri-
tud. Deben cortar la tela siguiendo un modelo para que siente bien al
cuerpo. Cuando las hermanas hacen su trabajo no debieran usar ropa
que las haga verse como espantapájaros. Es más agradable presen-
tarse ante sus esposos y sus hijos con un vestido bien confeccionado
que les sienta bien, que hacerlo sólo para los visitantes o desconoci-
dos. Algunas esposas y madres causan la impresión de pensar que
no importa cómo se ven cuando hacen su trabajo y cuando son vistas
sólo por sus esposos e hijos, pero tienen cuidado de vestirse con
gusto y esmero para los ojos de quienes no tienen ninguna relación
especial con ellas. ¿No son la estima y el amor del esposo y los hijos
de más valor que los sentimientos de los desconocidos o amigos
comunes? Las esposas y madres debieran considerar más sagrada la